202 EOS EOS 203 Respuesta Carta a la señorita María Josefa Ospina, la vispera de su matrimonio SEÑORITA Heredia Me dice usted que va a «salir de soltera» y me pide consejos «para el próximo estado. Me advierte de que es ferviente católica y me ruega que no hiera en nada sus sentimientos religiosos.
Pues bien, como yo no he salido de soltero, cedo a un ilustre sudamericano el honor de complacer a usted con una carta algo más vieja que su servidor.
Lo único que debo decir a usted por mi cuenta es que nunca he reñido con nadie por motivos de religión.
Los sentimientos religiosos están bien ahí donde están.
Corresponden a una necesidad biológica. Son un sintoma, para decirlo en griego. Tan insensato es el querer quitarlos de donde están, como vano el querer ponerlos donde no caben. Los hombres son, en general, religiosos, poco o mucho, como son más o menos altos, más o menos robustos, etc. Una misma determinada persona, si se observa con cuidado, ve subir y bajar el termómetro de la propia religiosidad, como ve bajar o subir la tensión del ánimo, la alegría, la fuerza muscular, según los cambios de salud y los cambios de circunstancias.
Su servidor, ELÍAS JIMÉNEZ ROJAS Guatemala, 21 de octubre de 1864.
Querida hija mia: Mañana va usted a entrar en una nueva carrera de la vida, que es necesario continuar hasta la muerte. En esta nueva existencia a que Dios la llama, su felicidad dependerá principalmente de su conducta, hasta en los actos más insignificantes.
En tales circunstancias, mi amor y mi deber me impelen a dar a usted algunos avisos y consejos, que la observación y la experiencia de mi larga vida, me persuaden que pueden serle útiles.
Tenga usted confianza en mis advertencias; ellas nacen del corazón de un padre, que se preocupa mucho más de la felicidad de usted que de la suya propia. Cuando le parezcan nimias e impertinentes, obsérvelas por complacerme; cuando las juzgue duras y dificiles de practicar, considere que es un sacrificlo que yo le exijo, y haga, por amor mío, lo que repugne hacer por su propio bien. Si, tengo entera confianza de que el sincero y tierno amor de usted, que jamás me ha contrariado y que ha sabido siempre complacerme, estará en todo tiempo dispuesto hacer por mí sacrificios que no querría hacer por usted misma.
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