190 EOS EOS 191 fragmento ¿Era aquella la tarde primorosa que soñé disfrutar en dulce calma?
La delicia inefable, provechosa, el ansiado placer jen donde estaban?
Se alejaron los hombres impasibles.
Levantose la anciana ya sin fuerzas, la ansiedad de los grandes imposibles retratada en sus ojos. Lenta, lenta fué emprendiendo la marcha de regreso muy solita a su misera covacha.
Libres los brazos del querido peso, otro más grande le oprimia el alma.
Pensativo quedé. momificado.
con los ojos siguiendo la figura de la abuela infeliz; la fosa al lado.
Ya la gasa sutil de la penumbra invadiendo montañas y praderas en su raro capuz las envolvia, y las nubes fantásticas, ligeras, que bordaban Ocaso, se extinguian.
EOSINA El prestigio artístico de Italia hace que no se valoren bien otros rasgos de su historia y de su florecimiento moderno. En las naciones, como en los individuos, una cierta cualidad, hasta una cierta apariencia sobresaliente puede eclipsar ante la opinión del espectador distraído las otras líneas, quizá más fundamentales, de su fisonomía y de su carácter. Por experiencia conocemos esta propensión en España. La «España de pandereta. qué es sino una visión exagerada de un aspecto de la vida andaluza, que no es toda Andalucía, ni toda España? Toros, coplas de amor y de muerte, mujeres morenas, de ojos profundos, con una flor roja en la negra mata de pelo, todo esto tiene una realidad local, particular; pero convertido en símbolo o en expresión de la vida española, deja de ser verdad y se convierte en una imagen pintoresca de exportación, en que, a decir verdad, no hemos colaborado poco los españoles. Gran parte del género chico, mucha parte del andalucismo literario, es la consagración indígena de la España de pandereta.
Italia también. Tierra de artistas, llena de ciudades que son museos, para muchos no es ni debía ser más que un inmenso museo que esperase, con amable sonrisa, a las caravanas de turistas de Cook. Pero Italia, que se ha hecho a sí misma una gran nación, con el esfuerzo maravilloso del risorgimento; que ha encontrado su alma italiana, diseminada en reinos, repúblicas y señoríos durante siglos, o cautiva de dominadores extranjeros, pide que se la mire no sólo Alemania ha tenido, sin duda, sus investigadores de genio, y nadie caerá en el ridiculo de querer disminuir a un Gauss un Clausius, un Kirchhoff o un Helmholtz; pero se necesita una singular complacencia para creer que Alemania ocupe el primer puesto en los descubrimientos fundamentales que en los últimos tres siglos han contribuído a la formación de la ciencia moderna. PICARD Podemos servir suscripciones de TODOS los números de «EOS. desde el primer cuaderno.