France

184 EOS EOS 185 es ésta: la justicia y la paz, que no necesita ser interpretades la justicia y la guerra o la guerra por la justicia. Estos dos estados expresan categorías positivas de bondad. Después de ellos se puede enumerar los siguientes: 9, la guerra por la guerra, es decir, la guerra por el placer de pelear. Este estado es un mal, pero no tan malo como este otro: la guerra por la injusticia, es decir, la guerra emprendida al objeto de dominar o explotar al extraño. Pero este mismo estado es muy superior a este otro: 9, la paz por la injusticia, es decir, la decisión de aguantar toda clase de injusticias antes de decidirnos a arrostrar la muerte por la defensa del derecho.
De la justeza de esta escala de valores estaba perfectamente convencido el cronista antes de visitar el frente. Su vista no ha alterado ni poco ni mucho esta convicción fundamental. El bien máximo es la paz justa; el bien mínimo, la guerra injusta. El mal supremo, el bochorno, la deshonra, la paz injusta. Antes la muerte. esta escala de valores no reza únicamente para los conflictos internacionales, sino también para los internos.
Lo que el cronista no sabía antes de visitar el frente inglés en Francia es que la guerra pudiera ser alegre.
Sus ideas sobre la guerra las había tomado de los grandes novelistas del siglo xix y especialmente de Tolstoi y de Zola. Tolstoi y Zola, y muchos generales, pintan la guerra como un infierno de terrores, dolores y fatigas.
El cronista no había reparado hasta hace pocos años en que la visión que un buen novelista tiene de la vida tiene que ser pesimista desde el punto de vista humano. ello por la razón sencillísima de novela nos pinta el paso de un individuo, el héroe o la heroína, por el mundo. El mundo queda; el individuo se va, y todos sus sueños de felicidad se desvanecen. Hay novelas en que el autor termina anunciándonos la futura felicidad del héroe. Sólo que esta promesa se queda en promesa y no se cumple nunca.
Las grandes novelas son las que conducen el héroe a la muerte. Novela que no acabe con la muerte del héroe no es de primera clase.
De todos los aspectos de la vida, la guerra es uno de los menos desagradables. Si en vez de buscar mis textos entre los grandes novelistas hubiese apelado a mis recuerdos de infancia, habría caído en la cuenta de que la visión de los novelistas es parcial. Cuando yo era niño estaban frescos en torno mío los recuerdos de la carlistada. Carlistas y liberales los evocaban a diario. claro está que muchos de ellos no eran agradables. Hambres, fatigas, fríos, insomnios, hospitales, hedor de carne purulenta.
Pero ¿habéis conocido un soldado que no se goce del recuerdo de los dolores de la guerra? Por encima de la memoria del dolor está la alegría de haberlo sobrevivido. hay un placer propio de la guerra que lo compensa todo: el de no vivir para uno mismo, el de sentirse vivir en un regimiento, en un ejército, en una causa, en algo más grande que uno mismo.
No creáis que ese placer es sólo asequible al general que dirige el combate o al político que dirige la guerra. Hasta al último soldado llega, más o menos, la conciencia de estar peleando por una causa superior. Claro está que me refiero aquí meramente al ejército que combate por la justicia. Pero hasta el soldado que toda