130 EOS EOS 131 las cosas y los hombres en su lugar es restablecer el orden, restaurar el equilibrio, devolver la paz a su puesto de descanso en la justicia CARDENAL MERCIER Trozo capital del heroico sermón en la Iglesia de Santa Gudula (Bruselas, 1916. frente a los cañones de los invasores alemanes, en el dia de la conmemoración de la independencia nacional de Bélgica.
Un nuevo placer había venido del otro lado de los mares para la felicidad de los humanos. Las gentes se interrogaban en los salones, con el tono misterioso de los iniciados que buscan reconocerse. Sabe usted tanguear. El tango se había apoderado del mundo. Era el himno heroico de la humanidad que concentraba de pronto sus aspiraciones en el armónico contoneo de las caderas, midiendo la inteligencia por la agilidad de los pies. Una música incoherente y monótona, de aspiración africana, satisfacia el ideal artistico de una sociedad que no necesitaba de más. El mundo danzaba. danzaba. danzaba. Un baile de negros de Cuba introducido en la América del Sur por los marineros que cargan tasajo para las Antillas conquistaba la tierra entera en pocos meses, daba la vuelta a su redondez, saltando victorioso de nación en nación. lo mismo que la Marsellesa.
Penetraba hasta en las cortes más ceremoniosas, derrumbando las tradiciones del recato y de la etiqueta, como un canto de revolución: la revolución de la frivolidad. El Papa tenia que convertirse en maestro de baile, recomendando la «furlana» contra el «tango, ya que todo el mundo cristiano, sin distinción de sectas, se unía en el deseo común de agitar los pies, con un frenesi tan incansable como el de los poseidos de la Edad Media.
BLASCO IBÁÑEZ Los cuatro jinetes del Apocalipsis.
ANTIOQUIA Fragmento de una carta de MARCO FIDEL SUÁ.
REZ, ilustre jefe del partido conservador de Colombia, a Nieto Caballero, joven abogado del partido liberal.
Para satisfacer su deseo y confiando en su bondad, me permitiré exponer algunas reflexiones previas sobre el genio y la indole del pueblo antioqueño, de las cuales espero deducir mi contestación a su cortés pregunta.
El pueblo antioqueño tiene notas muy claras y profundas que lo distinguen en Colombia y que establecen también ciertas analogias o diferencias entre él y otras sociedades latino americanas. De esas notas unas pertenecen a la raza, al suelo y al temperamento; otras son históricas, sociales y políticas.
Las primeras provienen de los orígenes de la población. Esta es de raza mezclada, como las demás antiguas colonias de este continente; pero en Antioquia prevalece el elemento español, representado sobre todo por una herencia derivada de las provincias septentrionales de la Península. Así lo comprueban muchos apellidos antioqueños de origen vasco, o de Asturias y Galicia, según puede observarse en el catálogo de Hervás, fundador de la lingüística, y en la historia de las provincias vascongadas escrita por Llorente. En esas obras se citan con frecuencia apellidos comunes en Antioquia, tales como Arango, Arroyave, Aranzazu, Bedoya, Berrío, Bustamante, Echeverri, Echeve