Bourgeoisie

I 26 EOS EOS 127 Por probar la pluma La polémica es compleja, pues comprende la dis.
cusión del objetivo de la guerra, la disputa sobre la guerra submarina y cuestiones de política interior.
Estas dos últimas series de asuntos sólo sirven para envenenar con cuestiones de forma y de partido la verdadera querella, que se refiere a los fines de la guerra. Causa a primera vista estupor la noticia de que dos años después de iniciada la enorme batalla de las naciones, Alemania se pregunte todavía qué fines se propuso al provocarla. No existe prueba más elocuente de la agresión alemana ni siquiera la falta de preparación de su adversario. Tantas y tan variadas explicaciones oyó y leyó el público alemán sobre las causas y los fines de la guerra que si la revancha francesa, que si el zarismo ruso, que si la libertad de los mares. que ya no sabe a qué carta quedarse, y con esa humildad de espíritu ante la autoridad constituída, que es su virtud y su vicio, se lo pregunta al canciller. Por qué y para qué dan su sangre nuestros hijos. Qué más quisiera el Canciller que saberlo! Penetrado de la amarga verdad que la Frank furter Zeitung publicó valientemente y el censor autorizó con no menos valor cívico. Alemania es una plaza sitiada, el momento es grave, no para disputar fines sino para arbitrar medios. el Canciller ha creado con la mano izquierda un Comité para la propaganda de la paz honrosa, que preside su hombre de confianza, el príncipe Wedel, exgobernador de Alsacia Lorena. La paz honrosa. Qué fácil hubiera sido conservarla en Julio de 1914. SALVADOR DE MARADIAGA.
Londres, Agosto de 1916.
De España.
Concurrían con frecuencia varios literatos, fundadores de la Academia Colombiana, como Vergara y Vergara, Samper, Marroquin, Caro, etc. al almacén de don Manuel Pombo, en Bogotá, donde se reunía por las noches selecta y amistosa tertulia. Una noche hablaban de lo que debía ser un buen soneto, y lo definian diciendo que, para serlo, debia reunir las condiciones de un verdadero poema en catorce versos, redondo, acabado, sin palabra más ni palabra menos, y que cristalizara todo el pensamiento del autor, todo el motivo del asunto, en ese estrecho molde, lo que era el colmo de la dificultad, por lo cual un soneto perfecto era preciosa joya literaria, muy difícil de fabricar.
Don Manuel Pombo, detrás de su escritorio de burgués, sin tomar parte en la discusión, guardaba silencio; y tomando la pluma escribió en una cuartilla de papel, sin parar un punto, sin tachar ni corregir, lo siguiente, que dió a leer a sus compañeros admirados. Cuentan los afamados escritores y así será cuando lo dicen ellos, que hacer sonetos que resulten bellos es empresa de ingenios superiores.
Con perdón de tan clásicos señores, yo no me precio de saber hacellos, ni de tener del genio los destellos, ni de las musas recibir favores, pero si lo repito y lo confieso que los hago ligero como espuma, y maldita la gracia que hallo en eso; y si se quiere prueba de más peso voy a darla al instante, porque en suma hago el presente. por probar la pluma. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.