SocialismSocialist Party

124 EOS EOS 125 hombre, que el último rublo de Rusia acababa de llegar a Nueva York, y que el inglés seguía tranquilamente midiendo sus algodones detrás del mostrador, riéndose de la simpleza de sus aliados.
Mediante estas inyecciones de arsénico gubernamental, el teuton, enflaquecido por el bloqueo, va conservando su admirable espíritu patriótico y su fe en el porvenir. Los empréstitos interiores se suceden. El pueblo alemán, ciegamente confiado, entrega a sus gobernantes su fortuna presente y sus ganancias venideras. La baja del marco en los mercados neutrales le inspira el «desprecio que merece la envidia que de la grandeza de Alemania tienen las naciones mercantilizadas. En la prensa se discuten de cuando en cuando y con todo detalle, las líneas del mapa del porvenir. el Doctor Solf, Ministro de las Colonias, a quien los aliados han obligado a forzosas vacaciones, ocupa su tiempo en estudiar la mejor solución teórica posible para un futuro imperio colonial germánico. así fué pasando el tiempo, hasta que los aliados completaron su equipo e iniciaron una ofensiva lenta y segura, de pocos pasos adelante y ninguno atrás. En Alemania el primer efecto es de incredulidad. El avance ruso no podrá sostenerse. Los ingleses no perseverarán en su ofensiva. Los aliados no consiguirán hacernos retroceder en Francia. Así hablan los periódicos alemanes. el pueblo se da cuenta súbitamente de que ya no le queda ilusión alguna. Todas le fueron arrancadas del corazón. Ya no quedan más que esperanzas, y sus ojos que durante una generación miraron ambiciosamente, insolentemente, por encima de las fronteras, se vuelven con zozobra hacia el interior. Su prensa le reanima. El célebre Mayor Moraht insiste en el Berliner Tageblatt. los aliados no consiguirán alcanzar la frontera belga. Alemania es invencible. Mas, he aquí, que el Gobierno conocedor de la verdadera gravedad de la situación, comprende que el pueblo vibra demasiado alto todavía para el lúgubre porvenir que le espera, y con prudencia y tacto inicia la campaña de preparación. Es menester preparar a la familia; el enfermo se muere.
El Canciller aprovecha la división del partido socialista. La izquierda del partido, con alguno de los más prestigiosos jefes de la derecha, como Eduardo Bernstein, se separan del resto y se declaran en abierta oposición contra la guerra. Las agrupaciones socialistas de Berlín, Francfort, Dresden, Breslau, se pronuncian en favor de la minoría rebelde que amenaza convertirse en mayoría. En uno de sus discursos de propaganda pronunciado en Breslau, Scheidemann, el jefe de los socialistas imperialistas, fieles al gobierno, declaró que el Canciller no era partidario de anexión alguna en Francia y Bélgica, y que no simpatizaba con las ideas de los pangermanistas. La oficiosa Gaceta de la Alemania del Norte, en un párrafo inspirado, apoya con toda autoridad la declaración de Scheidemann. inmediatamente se abre en la prensa una violenta polémica en que los pangermanistas, dirigidos por el famoso Reventlow (casado por cierto con una dama francesa) y por el profesor Brandenburg, jefe de los nacionales liberales de Sajonia, atacan violentamente al canciller por su «anglofilia. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.