104 EOS EOS 105 del cura de Gebrode. Lo vi llegar, el 24 de Agosto, con tres heridos. Los alemanes lo llevaron al ayuntamiento donde lo maltrataron. Al día siguiente lo condujeron delante de la iglesia a culatazos. Tenía las manos ensangretadas. Después lo llevaron al puente del Démer y lo fusilaron. El cadáver permaneció hasta el siguiente día en el suelo y después lo echaron al río. Es fácil imaginarse que a los heridos tampoco se les ahorran las torturas. En Dinant, el 16 de agosto de 1914, soldados franceses fueron encontrados con la cabeza deshecha a culatazos. El 25 de Agosto en Hofstade, Bélgica, un soldado ligeramente herido fué ultimado del mismo modo. En Tervueren diez y ocho carabineros belgas fueron exterminados a bayonetazos en la cabeza. En el hospital de Nancy informa la Comisión francesa de investigación vimos al soldado Voyer, del regimiento de infantería nº. que tiene todavía las huellas de la barbarie alemana. Gravemente herido en la columna vertebral, más allá de la selva de Champenoux, el 24 de Agosto, y paralizado de las dos piernas a consecuencia de su herida, se había quedado boca abajo; un soldado alemán lo volvió brutalmente con el fusil, dándole tres culatazos en la cabeza. Otros soldados, al pasar cerca de él, le dieron también de culatazos y de patadas.
Por último, uno de ellos le hizo de un solo golpe una herida, debajo y a tres o cuatro centímetros de cada ojo, con un instrumento cortante que la víctima no pudo distinguir, pero que según opinión del Doctor Weiss, médico principal y profesor en la Facultad de Nancy, debió de ser unas tijeras. Semejantes refinamientos denotan una maldad profunda, una maldad que se complace en ejercitarse, y, para decirlo todo, una tendencia probada al sadismo. Este hecho es tanto menos discutible cuanto que las ciudades incendiadas fueron teatro de las peores orgías. En Andennes, donde trescientos vecinos habían perecido y se habían quemado trescientas casas, oficiales y soldados organizaron en la plaza mayor un banquete que bautizaron con el nombre de Perdón de Andennes y al cual obligaron a las autoridades locales a asistir. En las casas incendiadas, devastadas y saqueadas, los oficiales bebieron champaña en medio de los cadáveres. Compases de valses se mezclaban con el estertor de los moribundos.
En Tamines, oficiales y soldados se embriagaron en presencia de las viudas que hicieron venir adrede ante los cadáveres de sus esposos. falta de diversiones, los oficiales alemanes imaginaron juegos crueles, como en Schaffen, donde rompieron a un hombre los brazos y las piernas; o como en Louvigné, cuando invitaron a los soldados que soltasen los prisioneros con orden de dispersarlos y de tirarlos a la carrera.
También hubo fantasías macabras, como en Battice, donde después de haber matado algunas docenas de habitantes, no permitieron que los enterrasen hasta ocho días después; o como cuando abrieron el vientre a bayonetazos a Cognon de Visé, lo empujaron al agua, y, mientras sostenía sus entrañas con una manouión el lo obligaron a tirar con la otra de una barca hasta morir.
Ante estos hechos, que son innumerables, es preciseBLIOT hacer constar que la guerra actual ha puesto en plena NACIO Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.