IO2 EOS EOS 103 huir cuando se lo llevaban, tropezó con un centinela que de un bayonetazo le trozó una falange de la mano izquierda. En Pin, cerca de Izel, los hulanos hicieron correr a dos jóvenes, con los brazos atados, en medio de sus caballos lanzados a galope. Una hora después fueron encontrados los cadáveres de ambos en una zanja: tenían las rodillas «literalmente gastadas. uno de ellos estaba degollado y con el pecho abierto; los dos tenían balazos en la cabeza. En Schaffen un adolescente fué amarrado sobre una hoja de ventana regada con petróleo y quemado vivo. En Sempst, los soldados que marchaban sobre Amberes se apoderaron del cuchillo del carnicero, echaron mano a un joven rviente, le cortaron las piernas, después la cabeza, y lo asaron en una casa en llamas.
Los pequeñitos no están a salvo del furor sanguinario de los soldados alemanes. En Ans refiere un vecino de Lieja vi a un niño de seis años, provisto de un fusilito. Gritaha. Cuidado. Fuego. Un soldado alemán, al ver ese chiquillo que jugaba a la guerra, lo mató de un balazo, a dos metros de distancia. Reiss comprobó en Serbia matanzas de nenes de dos meses. Entre los 109 rehenes de Lechnitza, que fueron fusilados ante una fosa cavada de antemano y que no tenía menos de veinte metros de largo, se encontraban niños menores de ocho años. Un refugiado declaró ante la Comisión investigadora inglesa haber visto en Dinant una niñita de siete años herida en una pierna de un bayonetazo y con la otra pierna quebrada. En Vingras, Francia, una chiquilla de ocho años fué precipitada en las llamas con sus padres, cuya granja había sido incendiada. En Triaucourt un niñito de dos años fué quemado vivo igualmente. He visto esta mañanasnotaba Pablo Spielman, soldado de la Guardia Prusana. cuatro muchachitos llevarse con dos palos una cuna en que estaba el cadaver de un niño de cinco seis meses. también he visto a una mamá con sus pequeñuelos: uno de ellos tenía una gran herida en la cabeza y uni ojo saltado. Pierre Nothomb afirma que hasta se vió a un soldado alemán marchar al combate con el cadaver de un niñito ensartado en la bayoneta!
En cuanto a los sacerdotes, han sido víctimas de los suplicios más odiosos. de Clerck, cura de Buecken, fué colocado sobre un cañón y luego echado en un foso. Después, los soldados lo tomaron, unos por un brazo y otros por una pierna, y, antes de fusilarlo, lo arrastraron por el suelo. El cura de Spotin fué arrancado de su cama, llevado a rastras medio desnudo fuera de su domicilio y colgado varias veces, unas por los pies, otras por las manos. Por fin lo fusilaron, después de haberlo alanceado. El superior del colegio de Florennes fué golpeado, herido a culatazos y espolazos en las espaldas y la cabeza, y luego lo dejaron moribundo y sin ropas. Al cura de Haccourt lo amarraron con dos de sus feligreses a la cola de un caballo que salió a galope. Cuando llegaron delante de la iglesia. dice Pierre Nothomb no eran ya más que verdaderos andrajos humanos. Los pusieron como se pudo contra la pared y los fusilaron. En Villers en Fague un jesuita francés fué encerrado en el presbiterio y quemado.
He aquí lo que cuenta un testigo sobre la muerte Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.