InvasionSpain

90 EOS EOS 91 que decia. bótense sin cuidado. y por un gigante español, de cuyo nombre no puedo acordarme, el cual gritaba. No hay que volverse, paisanos. También dormimos una noche en Esparza que aún no era «Esparta» más bien rendidos de fatiga, que con sueño tranquilo, por la presencia de insectos con que no habíamos contado. Pero, en cambio fué muy grato nuestro encuentro con otro compatriota, el señor don Francisco Roger. Le decian «Don Chico. y creyendo yo que fuese por su estatura, me advirtió alguien que era por afectuoso diminutivo del nombre que más derivados tiene en España.
Otro dia temprano seguimos tierra adentro, entre una divertida algazara de monos y cotorras, subiendo las pesadas vueltas del Aguacate hasta llegar a la Boca del Monte y, a poco, venir a descansar en Atenas: otra noche toledana de sabandijas y con unas almohadas lustrosas de sudor ajeno iQue horror, si se compara con lo presente, y aún sin comparación. Nos echamos temprano al camino, y por un desierto Sahara sin arenas. llegamos a la heroica Alajuela a punto que salía de misa mayor la multitud cristiana.
En esto se escandalizó Moreno, diciendo que «salian señoras con mantón de Manila y descalzas. y le contesté. hombre, no; son señoras descalzas con mantón de Manila. campesinas que visten de seda. Téngalo presente quien busque novia en esta tierra.
Después de medio dia montamos de nuevo, camino de esta capi a. donde nos recibió un tiroteo descomunal que metió miedo a Cantalejo y dió algo que decir al otro sobre bochinches de estas repúblicas. hasta que yo más enterado del santoral, noté que era dia de la Asunción y que acá en estas Américas se gasta mucha pólvora en salvas. Nos apeamos en un llamado Hotel de San José, tan distante de los de ahora, como el San José de entonces de este San José de hoy con Biblioteca, Teatro y Manicomio, que casi no nos merecemos, de superiores que son a nuestro tamaño.
con todo y nuestras vanidades. Qué villorrio aquel, sin Parques, sin calles, sin más casa regularcita que la llamada «Palacio Nacional, que aún no pasa de ser un caserón desvencijado!. Pero, a Dios gracias y al tiempo, esta capital es como diez veces mayor que entonces, y acaso veinte veces más rica en Hoteles y Banquetes con música y «menú» en francés y toda suerte de lujosas novedades. Quién no sabe, siendo persona regular, lo que era en aquel tiempo el hoy llamado Parque de Morazán? Yo embarqué en una chalana, surcando un lago nada limpio, pero navegable. el Parque Central, tan regocijado para niños y «chinas» y bullicioso en noches de concierto y dias de loteria? Era el Mercado de los si bados, con sus «truchas»y verduleras, pero sin los ratas de ahora. Lástima de invasión moderna. el Parque Nacional? Era un desierto, como todos aquellos vistosos altos de la presente Estación del Ferrocarril al Atlántico.
Todo es progreso, en fin, y honra mucho a Costa Rica. Sea muy enhorabuena pa ra todos sus habitantes, y entiendo que yo mismo debo felicitarme de mi larga vida y buena salud.
VAL. FERRAZ El de abril último cumplió el Doctor Ferraz años de edad.
De La Información de is de agosto de 1916.
El primer salario Son las cinco.
Ha sonado la campana dando la orden de salida; y su voz clara, sonora, que se extiende vibradora, va animando a los obreros con su hálito de vida, va «rompiendo la enojosa disciplina» del taller. guardada la herramienta que comparte los trabajos, la durisima labor, cada obrero va llegando a la fila, que se aumenta y es tan grande, que ya toca el extremo de la sala donde el amo los convoca porque es sábado, y cada uno necesita de su haber.