EOS 81 80 EOS ¿cuánto recibió por sus 888 dollars. 24. 4, es decir, los 20. 00 que había pagado al cafetalero y los 4. 444 que éste ha perdido por el movimiento del cambio.
La riqueza del país no ganó ni perdió en esas transacciones; pero del bolsillo del cafetalero pasó a la caja del especulador una suma de colones que no habría pasado si el colón de oro hubiera conservado su puesto en el mercado nacional.
Al prestamista que dió a mutuo sus colones de oro, le devuelven hoy sus deudores una moneda equivalente a 363 de dollar, en lugar de la que se comprometieron a devolver y que valía 465 de dollar. En cambio, los que hoy den en préstamo sus colones de papel. que valen 363 de dollar recibirán quizá, al vencimiento gracias a la baja artificial del cambio colones que valgan 0, 444 de dollar. si en este tejemaneje de los cambios, dirigido por hábiles especuladores, unas veces defraudan los deudores a los acreedores y otras veces éstos a aquéllos ¿no es claro como la luz que esto ya no es negocio sino juego, juego de suerte y azar para los más y de segurísimos resultados para los hábiles arbitristas, que son los menos?
El Presupuesto Nacional de Crédito Público crece y mengua, como crece y mengua el tipo del cambio.
Hasta 1914 el Estado sabía que el servicio de sus deudas extranjeras le costaba a 209 por cada 20. partir del establecimiento del papel moneda, sólo sabe lo que le cuesta cuando compra las letras para remitirlas. En este semestre le costarán de 265 a 275 cada 20, quizá más. con menos probalidades quizá menos; pero con toda seguridad jamás volverá a pagarlas con 209, mientras permanezca el país en la anormal situación monetaria actual.
También el presupuesto de los consumidores en general y, especialmente, el de los trabajadores a sueldo y a jornal, está sometido a la tiranía de las oscilaciones del cambio; pero con la circunstancia agravante de que el valor de la moneda que reciben en pago de su ímproba labor, estará siempre en el límite inferior de la escala del movimiento probable del valor de la moneda, porque sirve para satisfacer día a día las necesidades perentorias de la familia, y es sabido que los comerciantes liquidan sus facturas al tipo más alto probable en el tiempo en que deban convertir en letras el producto de sus ventas. también lo es que los viveres siguen. y muchas veces preceden el movimiento de alza de las mercaderías extranjeras, y que el detallista pulpero proveedor a crédito de los pobres vergonzantes sabe cobrar su crédito en el precio o en la cantidad, cuando no en ambos.
Si consideramos que, en este juego sin entrañas de la especulación, nuestros productos agrícolas, destinados al pago de nuestras importaciones, se irán convirtiendo más o menos rápidamente en medio de especular con la moneda nacional, es decir, en un medio para trasegar las legítimas ganancias de los que trabajan, a las cajas de los especuladores y agiotistas, comprenderemos todo el peligro que encarnan para el porvenir de la Nación ciertas leyes dictadas en horas de tremenda ofuscación. si además consideramos que este colón de papel tan favorable, por su inestabilidad, al escamoteo de la riqueza pública carece también de todo valor