EOS 77 EOS 76 sentimiento moral es precisamente hacer el bien por el bien mismo. si se replica que eso es un ideal quimérico por lo elevado, añadiremos que la fuerza del ideal, para realizarse, llegará a ser tanto mayor en las sociedades futuras cuanto más alto esté colocado este ideal. Se cree que las ideas más elevadas son las menos fáciles de propagar en las masas; he ahí un error que el porvenir habrá de desmentir cada día con maLos chinos, que son muy notables observadores, tienen este proverbio. Quien encuentra placer en el vicio y le disgusta la virtud, es un novicio en el uno y en la otra. El fin de la educación moral es hacer que los niños encuentren un placer en la virtud y sientan disgusto por el vicio. No es la utilidad del bien lo que es preciso enseñarles, sino su belleza, que hace que el bien procure por sí mismo un goce inmediato.
GUYAU No podemos consentir en que se hiera la libertad. Si dejamos coartar la libertad de enseñanza, dejamos herir la libertad.
Non possumus. No hay consideración humana que pueda obtener de mi aun cuando no fuera más de un minuto el abandono de la libertad de pensar.
Le pertenezco como me pertenezco a mí mismo, es decir desde que me conozco. La defiendo aquí hoy y, defendiéndola, hago a la edad que tengo lo que he hecho desde mi juventud y, casi podría decir, desde mi infancia.
Soy un viejo, pero un viejo que tiene ganado el derecho de afirmar que está listo a dar la libertad a sus personales enemigos, aun cuando vayan a servirse de ella contra él. Esta es mi doctrina; y agrego: esta es mi vida. si no fuera así, los cincuenta años que he dado a la vida pública y a mi país, serían cincuenta años perdidos.
yor fuerza.
Trozos de Julio Simón ¡Despojadnos de nuestras propiedades, aumentad la carga de los impuestos, pero no toquéis a nuestras conciencias. Antes os entregaremos nuestro bienestar y nuestras personas que entregaros el alma de nuestros hijos. Yo, que hablo así, no tengo miedo de vuestras escuelas. no las temo! Hablo por la libertad, es decir por la libertad de los demás.
Habláis de la unidad del país. Hay por desgracia alguien que pretenda asegurar la unidad del país estableciendo una enseñanza cerrada, única, a cuyo lado no pueda presentarse ninguna enseñanza diferente?
Tendríais horror de semejante proposición. Si, queréis la unidad del país! Sí, queréis que el espíritu de la Revolución juiciosa no de la Revolución terrible y sangrienta prevalezca. Queréis, como yo, que los preceptos de justicia y de razón que han brillado para Francia y para el mundo en 1789, establezcan más y más su imperio sobre las generaciones! Pero lo queréis difundiendo ideas, hacien