EOS 75 EOS 74 Ca armonía de las fuerzas Dado que la insirucción debe ser ante todo moral. será posible enseñar metódicamente la ciencia de las costumbres? La moral, es, para nosotros, en parte positiva y en parte conjetural. Hay, en la positiva, un teorema fundamental, que debería ser, en nuestro concepto, igualmente fundamental, en la instrucción moral. Ese teorema, que hemos considerado de la mayor importancia, procurando demostrarlo, es el de la correlación entre la intensidad de la vida y su expansión hacia otro. Tal es lo que hemos llamado la fecundidad moral. causa de su misma intensidad, según hemos visto, la vida tiende a desbordarse hacia afuera, a propagarse, a gastarse, y gastándose, a aumentar; porque, repetimos, es ley de vida no conservarse sino dándose, no enriquecerse sino prodigándose. Esta ley es verdadera aun para la misma vida física, que, no obstante, es la más egoísta, la más cerrada, la más aparentemente concentrada en el yo. Todas las funciones físicas conducen a su vez a este término común: gasto, movimiento hacia el exterior, expansión. La nutrición aumentada tiende a despertar la necesidad de propagar nuestro ser, en otro ser; la respiración y la circulación exigen el movimiento y el ejercicio, es decir, un gasto exterior; toda vida robusta e intensa tiene necesidad de acción.
Cuando se trata de la vida psíquica, la necesidad de expansión es más viva aún, y en esa esfera, la verdadera expansión es la que se verifica hacia otro, o, mejor, para otro. La armonía de las fuerzas es, en efecto, el único medio, o el mejor, de conservarles su intensidad. Todo conflicto es una anulación de fuerza; ejercer su actividad contra otra, vale tanto al fin como gastar y disminuir la propia actividad. La actividad más alta es la que se ejerce, no sólo de acuerdo con los demás, sino también en vista de ellos.
De todas las teorías sobre los principios de la moral que son verdaderamente objeto de serias controversias, se puede, pues, sacar cierto fondo de ideas comunes, haciendo de él un objeto de enseñanza o de propaganda popular. Todas las teorías morales, aun las más escépticas o las más egoístas en su punto de partida, han llegado a sentar el hecho de que el individuo no puede vivir sólo por y para sí, que el egoísmo es una mutilación de la esfera de nuestra actividad, en cuanto acaba por empobrecer y alterar esta actividad misma. El sentimiento que constituye el fondo de toda moral humana es siempre el sentimiento de la generosidad; generosos y filántropos, según hemos demostrado, son al fin los sistemas de Epicuro y de Bentham. Ese espíritu de generosidad inherente a toda moral, es el que todo moralista puede y debe procurar siempre inculcar en el alma de sus oyentes.
Se objeta que la propaganda y la enseñanza de las ideas morales, si llegan a ser independientes de las religiones, no tendrán ese último elemento, que ejerce sobre el ánimo de las gentes religiosas un poder soberano; tal es la idea de sanción después de la muerte, o cuando menos la certidumbre de esta sanción. lo cual ya hemos argüido que lo más puro del.