Democracy

EOS 72 EOS 73 e intransigente de sus pretensiones, por sus procedimientos revolucionarios en moral, por la justificación del carácter exclusivamente biológico y físico de sus procedimientos políticos y militares, constituye una complejidad de circunstancias y virulencias extraordinariamente directas y punzantes. Combina las más importantes realizaciones intelectuales de los cincuenta años últimos con antiguas creencias tradicionales De lo que resulta, para éstas, la probabilidad de una prolongación de existencia en el mundo; la selección natural viene a sancionar el derecho divino, la fuerza material se hace instrumento de la «moral de los amos» y, en nombre de las reformas sociales de la causa del pueblo y del progreso, se acude al derecho divino de la dinastía.
He aquí, por lo tanto, nuestra conclusión: Esta nueva forma de la Teoría autocrática no admite, en razón de su misma naturaleza, más que un modo posible de refutaciones: el llamamiento a la fuerza.
Todo argumento de moralista, toda apelación a la lógica, toda confianza en la buena fe, no pueden conducir más que a la bancarrota, puesto que para Alemania no son más que valores instrumentales.
Desde el punto de vista de las «cosas eternas» el único argumento de fuerza es el hecho de que un Estado se halle en posibilidad de aplastar a todos los restantes. nosotros nos toca ver qué Estado puede ser capaz de probar tales aptitudes para la hegemonía. El guante está arrojado. Alemania ha acudido a la prueba por medio de las armas. Sólo por las armas podrá justificarse la verdad de una o de otra teoría. Incumbe así a los Estados democráticos hacer ver que al usar el instrumento del Super Estado, la Fuerza, pueden dar pruebas de la superioridad de la justicia que es su propio dominio.
Todo el que estime los valores de la libertad no podrá tener duda del resultado. Pero da lástima ver que todos los amigos de la democracia y de la libertad no pueden o no quieren bajar igualmente a la arena. Tanto mayor será la gloria para aquellos que, después de haber visto dónde está el deber, lo cumplen!
Mientras esperamos el término seguro, advertimos claramente dónde residen los valores verdaderos y de dónde les ha de venir la sanción. En un platillo de la balanza, la conciencia del género humano ha puesto al Estado germánico de hoy, grande, poderoso, brutal; en la otra al Estado pequeño, que, en el sentido literal de la palabra, ha llegado a ser víctima suya. El Estado alemán es más fuerte, pero, por asentimiento universal, el Estado belga es más grande. El belga desterrado, reducido a miseria, ha conservado y acrecido los valores más altos del patrimonio de la humanidad. Su recuerdo seguirá haciendo latir los corazones y pondrá luz en las miradas cuando el «puño enguantado de hierro» y la «espada afilada» hayan perdido desde mucho tiempo atrás su poder destructor.
Ya desde hoy podemos exigir a los representantes autorizados del pensamiento germánico, a los Eucken, a los Ostwald, a los Harnack, a los Wundt y comparsas, que nos digan por cual de estos dos Estados se habrá llegado a enriquecer el «contenido espiritual de la vida. MARK BALDWIN