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66 EOS EOS 67 Haya, las uniones obreras, los princípios del libre cambio y las facilidades concedidas a la naturalización. Todas estas formas de la fraternidad internacional han ido a estrellarse contra las rocas de la Raza y del Estado, que representan los Valores superindividuales. Todo el que quiera vislumbrar algo del sentido de la guerra tendrá que rendirse a la evidencia de tal hecho, reconocer su alcance.
Primeramente, uno de los fenómenos más extraordinarios de esta guerra es la desintegración del socialismo internacional. Su principio fué: guerra a la guerra; su artículo de fe fundamental, en caso de declaración de guerra, la unión de los trabajadores del mundo entero en la negativa de acudir a las filas. ¿en qué había de parar todo ello?
Hoy, en todos los países beligerantes, los socialistas pelean, convencidos, en perfecta unión con todos los patriotas.
Pusieron, sin embargo, el grito en el cielo para justificar su actitud. Los socialistas son, por lo general, demócratas, y su pacifismo se funda en las teorías democrát. cas de los «derechos del hombre y de la «moral internacional. Ambos principios los hallamos hoy, pues, en todos los manifiestos guerreros de los socialistas. Primero, el de la igualdad democrática de las naciones en sus relaciones recíprocas, fundada en la unidad interior de la soberanía de cada Estado, en su derecho a existir y defender su existencia. Luego el de la Raza, el derecho de una raza a definirse y gobernarse por sí misma, a resguardar su integridad política en los límites de su territorio.
Sólo en Alemania han surgido discusiones en el seno de la Social Democracia y sólo ha podido mantenerse la lealtad patriótica en la mayoría socialista por afirmar el gobierno que él tampoco tenía otra razón para la lucha que este doble motivo: motivo de defensa política contra una agresión injustificada; motivo de salvaguardia racial contra el peligro de una invasión de las hordas eslavas que amagaban sumergir a la Europa occidental.
Vemos, pues, que hasta con organizaciones democráticas y rad cales en extremo, los Valores individuales de los derechos abstractos del hombre y de la fraternidad de los trabajadores han ido a estrellarse contra la vitalidad fundamental de la Nacionalidad y de la Raza. Dónde reside, pues, en este poder general de la Raza y de la Nacionalidad, la diferencia entre los Estados democráticos y el pangermanismo del SuperEstado y de su Valor eterno? Precisamente en que la democracia niega el principio esencial del germanismo, saber, la identificación de los Valores super individuales de Nación y Raza con el Estado como tal (Estado encarnado en su gobierno y dinastía. Para el socialista, el Estado no es la Nación, aunque pueda representarla en forma más o menos adecuada. Esta diferencia esencial, sobre la que tendremos que volver, explica la oposición en el Reichstag de una minoría creciente en el seno de la Social Democracia.
Otro fenómeno significativo de la guerra tiene el mismo origen y explica las complicaciones que en diversos países han sobrevenido en lo tocante a los derechos de naturalización.