52 EOS EOS 53 Los Aliados tenían entonces fuerzas muy deficientes en el Pacifico y aun las primeras que los ingleses enviaron fueron del todo insuficientes y sufrieron un grave revés.
Esa campaña de los cruceros alemanes cuesta a Chile la pérdida de muchos millones de pesos, una gran miseria popular, la desorganización de sus principales industrias y, lo que es peor, la humillación de sentirse impotente para hacer respetar su neutralidad contra una empresa que nada respetaba.
Los gabinetes europeos no comprendieron al principio lo que ocurría en aquellas costas, lo que se explica perfectamente por lo urgente y extraordinario de las circunstancias. La prensa de los aliados fué injusta con el Gobierno y el pueblo de Chile. Por suerte, la Cancilleria Británica tuvo luego informaciones completas y reconoció la buena fé con que nuestras autoridades luchaban en medio de dificultades enormes contra los atropellos alemanes y la sinceridad con que la opinión chilena exigia que se pusiera término a un estado de cosas que era ruinoso para nuestro país.
Hubiera sido un milagro que el Gobierno de Chile hubiera podido impedir en absoluto aquellas violaciones de su neutralidad con su pequeña y anticuada marina de guerra, con una costa tan extensa, despoblada y llena de accidentes, y contra el carácter desesperado que los cruceros germánicos daban a su campaña.
La solución la halló la escuadra británica que destruyó esos cruceros en los combates de las islas Falkland y de Juan Fernández. Desde ese día, Chile comenzó a rehacer su actividad comercial e industrial y ha logrado después volver a la normalidad hasta donde es posible durante la guerra, VII El haber sentido en carne propia los efectos de la actitud de Alemania con los pueblos débiles, el haber visto allí mismo, en nuestra costa, atropellos del derecho, violaciones de la neutralidad, constituyó para los chilenos una lección objetiva muy eficaz y que fué bien aprovechada.
Aun los admiradores de Alemania, los que habian puesto en duda o atribuido a exageraciones los documentos publicados y las versiones trasmitidas sobre los sucesos de Europa, los que más se extasiaban ante la organización germánica que habían estudiado en tiempo de paz, comprendieron el peligro que una Potencia con tales métodos y tal mentalidad ofrecia para Chile como para todos los pueblos que tienen la resolución de conservar su libertad y su soberania, ajustando sus actos al derecho público de las naciones.
La presión de la opinión chilena desfavorable a Alemania comenzó a sentirse con más fuerza. La propaganda germánica bajó el tono al mismo tiempo que la de los Aliados alcanzaba una mejor organización. Se multiplicaron las informaciones de todo género que iban revelando el carácter intimo de la guerra.
Unos diarios, como El Mercurio, sin dejar de ser respetuoso hasta el último extremo de los sentimientos de todos los beligerantes residentes en Chile, cosa a que le obliga la hospitalidad tradicional del pais, no disimuló su simpatia por la causa de los Aliados. El Diario Ilustrado, de tendencias conservadoras, pero que no es organo oficial de ese partido, asumió una actitud reservada que más bien parecia un esfuerzo para no comprometerse ante su público, en el cual adivinaba opiniones opuestas, que falta de un convencimiento propio.
El único diario importante que hubiera podido en los comienzos ser tildado de germanófilo, La Union, organo del partido conservador y del clero, modificó sensiblemente su tono y tuvo acentos de piedad para Bélgica y de protesta contra ciertos actos germánicos. Una coincidencia curiosa dentro de los movimientos ministeriales chilenos hizo que fueran estadistas ligados al partido conservador por pactos politicos, como los señores Salinas y Villegas, quienes tuvieron que luchar contra las violaciones de la neutralidad de Chile cometidas por los alemanes, y que fuera un joven y distinguido miembro del partido conservador, el señor Lira, el que se vió obligado a declarar en una nota a la Legación alemana en Santiago que no continuaria con ella la discusión de materia alguna, mientras el Gobierno alemán no contestara a las varias reclama