14 EOS EOS 15 Este gran principio, mantener la unidad moral del pais, que es, por lo demás, la divisa de grandes Estados, no se aplica, por otra parte, sólo a la enseñanza pública. Se aplica y debe aplicarse y no se puede evitar que se aplique a la religión.
Este principio se aplica también y debe aplicarse y no se puede evitar que se aplique a la libertad de la prensa.
Digo que no se puede evitar que se aplique, para que se vean las contradicciones y las dificultades materiales. Este colegial que educáis en vuestras ideas, este colegial a quien dais una educación laica, republicana, democrática, racional, crítica y social, este colegial sale, va a la casa de su padre y allí encuentra diarios que no son nada de todo eso. He aquí un alma envenenada, un joven espíritu pervertido, un joven levita contaminado. No le dejaremos salir. Creo que haríais bien. No conviene dejarle salir del seminario. Pero, a los dieciocho años, desde día en que haya pasado su bachillerato laico, republicano, democrático, racional, crítico y social, lo veréis lanzado en un país en que la prensa es libre y en que los diarios, los folletos y los libros atacarán libre y agriamente todo lo que le hayáis enseñado a venerar y a querer. No teméis que se os escape. Oh! ile habremos dejado tal huella. Sí, LOS JESUITAS SE LISONJEAN SIEMPRE DE HABER DEJADO EN SUS ALUMNOS UNA HUELLA INDELEBLE. SÓLO QUE FRECUENTEMENTE SE EQUIVOCAN. ojalá que no hubiera más que el terrible daño de esta transición brusca, de la luz pura que vosotros derramáis a la región mezclada de luces y de sombras a donde, a los dieciocho años, va a ser lanzado vuestro catecumeno! Bien sabéis que el primer cuidado de un joven emancipado es el de leer precisamente todos los libros que le han prohibido en el colegio.
Vosotros os habéis encargado de las almas; vosotros sois guardianes de la unidad moral del país. Si mantenéis cuidadosamente esta unidad moral en el colegio y, de otra parte, la dejáis romperse, arruinarse y destruirse por la libertad del pensamiento, de la palabra y de la prensa, no habréis hecho nada o habréis hecho poca cosa y habréis hecho traición a vuestro mandato.
No puedo pensar en los parientes sin estremecerme.
El niño que vosotros educáis según los principios de la educación laica, republicana, democrática, racional, crítica y social, tendrá parientes que puedan ser otra cosa. Le prohibiréis verlos o, por lo menos, hablarles? Vosotros introducis el enemigo en la plaza y un enemigo que tiene la autoridad de un padre, de la madre, del tío, del hermano mayor, y así, no lo olvidéis, toda la autoridad del hombre que contradice al profesor. He aquí la unidad moral horriblemente amenazada y expuesta a la ruina. Veo en ella una brecha por donde pasará, como dice Maeterlinck, un rebaño de carneros.
No habría más que un medio de salvar «la unidad moral» y me complazco en recomendároslo; sería, desde luego, el de prohibir toda libertad de pensamiento, de hablar o de escribir, a todo hombre que no sea por lo menos estatista; sería en seguida prohibir a todo hombre que no sea por lo menos estatista, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.