354 EOS EOS 355 bución de premios, con todo y discurso de un profesor, leído ante muy respetable concurrencia de señoras y señores, que ponían miedo en el corazón. risa» en los ojos.
Como yo enseñaba Retórica, no extrañé que el Director me encargase, la víspera del gran día, el discurso de tabla. lo hice, naturalmente, con tema pedagógico y apariencias de originalidad, mirando más a lo hermoso que a lo grave del auditorio.
Dije que la «instrucción. propiamente, contiene en sí misma «enseñanza y educación. con petulancia estudiantil, más que profesional pedantería, saqué a colación lo de «INSTRUERE NAVEM» de los romanos, que es «aparejar el buque» IN STRUERE, construir «en. pues efectivamente, construído el casco de la nave, se bota al agua y a bordo se apareja, construyendo algo «en ella. Por supuesto que, ante todo, hay que meter lastre y fondear en seguro, hasta que envergado todo trapo y todo listo, se zafan las amarras y navega la embarcación, bien tripulada y provista de su completo equipo.
Como presidía el acto un poeta, y a la sazón Ministro de Marina el marqués de Molins. movió las cejas no cerúleas como las de Júpiter, sino negras y también célebres ya en letras castellanasen señal de aprobación y aplauso.
Lo cual hubo de caldearme bastante la «máquina oratoria» y, leyendo más de lo que había escrito yo, dije lo que debía entenderse por casco y aparejo en los racionales, así como por lastre y por timón y por gente a bordo y brújula o aguja de marear y demás menesteres para navegar en aguas de la vida. como yo era entonces algo poeta en baja prosa corriente gracias a los pocos años y mucha ignorancia de cosas positivas me dejé correr más afuera, como quien dice, hasta engolfarme, comparando y distinguiendo, con pedagógica osadía, todo eso de jarcias y velamen, lastre y aguja de marear, así como gobierno y hábiles tripulantes en nosotros mismos, si oportunamente se nos instruye. finalmente venía, con mi perorata, a parar en que la instrucción, o «superconstrucción» en el hombre como simple casco humano, pide conocimiento elemental de todo ello y fácil manejo acertado de lo mismo, esto es: enseñanza y educación.
Bien entendía yo las cosas a mi modo, y pareció que me comprendía el Marqués poeta y ministro, cargado de cejas y aprobante; pero siempre dudé de que quisieran entender del asunto tantas ilustres abuelas, madres y hermanitas de la caterva colegial.
Sólo me informó alguien de que luego, al salir y tomar sendos coches blasonados, unas a otras se decían. hija, qué maestro de escuela ése, tan charlatán y flaco y descolorido. Razón tenían, de sobra, las señoras duquesas, marquesas y condesas, que no debieron de entender palabra y que hartohacían defendiéndose, con su abanico, del calor de junio.
Ahora, Elías amigo, después de tantos años y tantas novedades, en este sabio medio pedagógico. qué ha de decir su prehistórico y humilde maesEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.