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EOS 301 300 EOS en democrático, sediento de justicia: el alemán alardea del cristianismo, pero es un idólatra como los germanos de otros siglos. Su religión ama la sangre y mantiene las castas, su verdadero culto es el de Odin, sólo que ahora el dios de la matanza ha cambiado de nombre y se llama EL ESTADO.
Se detuvo un instante Tchernoff, tal vez para apreciar mejor la extrañeza de sus acompañantes, y dijo luego con simplicidad. Yo soy cristiano.
Argensola, que conocía las ideas y la historia del ruso, hizo un movimiento de asombro. Julio insistió sus sospechas. Decididamente este Tchernoff está borracho. Es verdad continuó que me preocupo poco de Dios y no creo en los dogmas, pero mi alma es cristiana como la de todos los revolucionarios.
La filosotia de la democracia moderna es un cristianismo laico. Los socialistas amamos al humilde, al menesteroso, al débil. Defendemos su derecho a la vida y al bienestar, lo mismo que los grandes exaltados de la religión que vieron en todo infeliz a un hermano. Nosotros exigimos el respeto para el pobre en nombre de la justicia: los otros lo piden en nombre de la piedad. Esto nos separa únicamente. Pero unos y otros buscamos que los hombres se pongan de acuerdo para una vida mejor; que el fuerte se sacrifique por el débil, el poderoso por el humilde y el mundo se rija por la fraternidad, buscando la mayor equidad posible.
El eslavo resumía la historia de las aspiraciones humanas. El pensamiento griego había puesto el bienestar en la tierra, pero sólo para unos cuantos, para los ciudadanos de sus pequeñas democracias, para los hombres libres, dejando abandonados a su miseria los esclavos y los bárbaros, que constituían la mayor parte. El cristianismo, religión de humildes, había reconocido a todos los seres el derecho a la felicidad, pero esta felicidad la colocaba en el cielo, lejos de este mundo «valle de lágrimas. La Revolución, y sus herederos los socialistas, ponían la felicidad en las realidades inmediatas de la tierra, lo mismo que los antiguos, y hacían partícipes de ella a todos los hombres, lo mismo que los cristianos. Dónde está el cristianismo de la Alemania presente. Hay más espíritu cristiano en el socialismo de la laica República francesa, defensora de los débiles, que en la religiosidad de los junkers conservadores. Alemania se ha fabricado un Dios a su semejanza, y cuando cree adorarlo, es su propia imagen lo que adora. El Dios alemán es un reflejo del Estado alemán, que considera la guerra como la primera función de un pueblo y la más noble de las ocupaciones. Otros pueblos cristianos, cuando tienen que guerrear, sienten la contradicción que existe entre su conducta y el Evangelio, y se excusan alegando la cruel necesidad de defenderse. Alemania declara que la guerra es agradable a Dios. Yo conozco sermones alemanes probando que Jesús fué partidario del militarismo.
El orgullo germánico, la convicción de que su raza está destinada providencialmente a dominar el mundo, ponía de acuerdo a protestantes, católicos y judíos. Por encima de sus diferencias de dogma está el Dios del Estado, que es alemán, el Dios guerrero al Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.