290 EOS EOS 291 siderado su autor como el primer novelista contemporáneo.
Deja este último libro de Blasco Ibáñez aquel áspero sabor de humanidad de sus novelas de la primera época. Nos quema las manos la fiebre con que ha sido concebido, y se nos adentra en el espíritu para hondas y profundas huellas que no se borrarán tan fácilmente.
Es la novela de la guerra. Para definir a Blasco Ibáñez, es preciso recordar la frase, tan exacta, del poeta. Todo hombre libre tiene dos patrias: aquella en que nació y, además, Francia. Español, bien español, es el gran novelista; pero además es francés. Esta gigantesca renovación del pueblo hermano, Blasco Ibáñez la ha presenciado de cerca. Vive en París; ha recorrido como nadie los campos desolados y los otros estremecidos por el fragor de los combates; ha sentido junto a sí, como en las íntimas escenas sentimos el corazón y las lágrimas de la mujer amada sobre nuestro pecho, los estremecimientos y convulsiones de la gran nación.
Primero en la Historia de la guerra europea de 1914, y ahora en Los cuatro jinetes del Apocalipsis, hallamos reflejada toda la grandeza épica del esfuerzo francés. no ha necesitado, sin embargo, poner a su imaginación los aumentativos cristales de la fantasía. Le ha bastado almacenar en la memoria lo que la realidad le daba. Pasear por los caminos el stendhaliano espejo y asomarse a las almas con el objetivismo flaubertiano.
De este modo, Francia, que tuvo en La Debacle la novela de su guerra del 70, tiene ya en Los cuatro jinetes la novela de su guerra del 14.
Sería curioso comparar una y otra novela. Escrita la de Zola bajo la abrumadora impresión del desastre nacional, y concebida la de Blasco Ibáñez al ritmo exaltador de la actual contienda, es aquella un apóstrofe y ésta un himno. Aquélla muestra la degeneración de todo un país y ésta la regeneración de ese país.
Sigue aquélla los ejércitos franceses hasta Sedán, y les acompaña ésta a la victoria grandiosa del Marne. En La Debacle, Francia se derrumba; en Los cuatro jinetes, Francia se eleva. Allá un emperador, podrido de todas las concupiscencias, que se pinta la pálida cobardía del rostro con femenil colorete; aquí la sombra luminosa de Joffre, el silencioso, el catalán sobrio de palabras y pródigo de energías, extendiéndose sobre el espectáculo mil veces admirable de un gran pueblo que sabe hacer la guerra a la guerra.
En tres partes las tres partes clásicas se divide la última novela de Blasco Ibáñez. Exposición, nudo y desenlace?
Comprende la primera la Francia anterior a la guerra, y sirve para explicar, con esa prodigiosa arquitectura novelesca que Blasco Ibáñez ha heredado legítimamente de Zola, la formación, desenvolvimiento y desligación de la familia Madariaga. Termina con la evocación de los cuatro apocalípticos jinetes que preceden a la Bestia: la peste, la guerra, el hambre y la muerte.
Es la segunda parte acaso la mejor de este libro perfecto la descripción de la batalla del Marne. Primero la retirada francesa; la invasión alemana luego, la victoria francesa por último. Páginas encendidas, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.