258 EOS EOS 259 oasis. Una gran calle casi inútil pasa por allí. No queda del convento más que un poco de hierba y un lienzo de muro ruinoso, aún visible entre dos nuevas construcciones, pero esto no vale la pena de ser mirado sino con la profunda mirada del recuerdo.
En enero de 1871, una bomba prusiana eligió aquel rincón de tierra para caer. En aquella casa crecían bajo el primer Imperio los tres hermanos. Jugaban y trabajaban juntos, consumiendo la vida, ignorantes del destino, atentos a los libros, a los árboles, a las nubes, escuchando el vago y tumultuoso acento de los pájaros, velados por una dulce sonrisa. Bendita seas, madre mia!
Veíanse sobre los muros cubiertos de grietas, restos de altares, de nichos y de cruces, y aquí y allá esta inscripción: Propiedad nacional.
El digno sacerdote preceptor se llamaba el abate La Rivière. Que su nombre sea pronunciado con respeto!
Haber sido educado en la niñez por un sacerdote, es un hecho de que no se debe hablar sino con calma y dulzura; la culpa no es del sacerdote, ni nuestra.
Ocurre esto en condiciones que ni el sacerdote ni el niño han elegido; es un encuentro insano de dos inteligencias, la una pequeña, la otra empequeñecida; la una que crece, la otra que envejece. La senectud es contagiosa. Un alma de niño puede contaminarse de todos los errores de un viejo.
Fuera de la religión que es una, todas las religiones son casi lo mismo; cada religión tiene su sacerdote que enseña al niño. Todas las religiones, diferentes en la apariencia, tienen una identidad venerable; son terrenales por la superficie, que es el dogma, y celestiales por el fondo, que es Dios. De ahí en las religiones la grave habilidad del filósofo que bajo una quimera oculta la realidad. Esta quimera que llaman artículo de fe y misterios, las religiones la unen a Dios y la enseñan. Pueden hacer otra cosa? La enseñanza de la Mezquita y de la Sinagoga es extraña, pero es funesta inocentemente; el sacerdote, nos referimos al sacerdote por convicción, no es culpable; apenas si es responsable; él ha sido antes la víctima de esa enseñanza de que es ahora apóstol; siendo señor queda esclavo. De aquí sus lecciones. Nada hay más terrible que una mentira sincera; el sacerdote enseña lo falso, ignorante de la verdad, y cree así hacer bien.
Esta enseñanza tiene de lúgubre que todo lo que se hace por el niño se hace contra el niño, y da lamentablemente no sé qué de extraño al espíritu; esto es, la ortopedia en sentido inverso; hace que se tuerza lo que la naturaleza ha hecho derecho, y llegan afrentosos maestros a fabricar almas disformes, como Torquemada; y a producir inteligencias ininteligibles, como José de Maistre y otros, que han sido las víctimas de esa enseñanza antes de ser los verdugos. Estrecha y obscura educación de culto y de casta que ha pesado sobre nuestros padres y que amenaza todavía a nuestros hijos!
Tal enseñanza inocula en las inteligencias jóvenes la vejez de los prejuicios; pretende para el niño la luz y le da las tinieblas; tan apegada se halla al pasado, que el alma está como ahogada; vive en la obscuridad y no puede admitir el porvenir.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.