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240 EOS EOS 241 ni la mentira; sólo reconoce la conveniencia y la utilidad de las cosas. El glorioso Bismarck, para conseguir la guerra con Francia, base de la grandeza alemana, no había vacilado en falsificar un despacho telegráfico. reconocerás que es el héroe más grande de nuestros tiempos. La historia mira con bondad su hazaña. Quién puede acusar al que triunfa. El profesor Hans Delbruck ha escrito con razón. Bendita sea la mano que falsificó el telegrama de Ems. Convenia que la guerra surgiese inmediatamente, ahora que las ciscunstancias resultaban favorables para Alemania y sus enemigos vivian descuidados. Era la guerra preventiva recomendada por el general Bernhardi y otros compatriotas ilustres. Resultaba peligroso esperar a que los enemigos estuviesen preparados y fuesen ellos los que la declarasen. Además ¿qué obstáculos representaban para los alemanes el derecho y otras ficciones inventadas por los pueblos débiles para sostenerse en su miseria. Tenian la fuerza, y la fuerzn crea leyes nuevas. Si resultaban vencedores, la historia no les pediria cuentas por lo que hubiesen hecho. Era Alemania la que pegaba, y los sacerdotes de todos los cultos acabarían por santificar con sus himnos la guerra bendita, si es que conducia al triunfo. Nosotros no hacemos la guerra por castigar a los servios regicidas, ni por libertar a los polacos y otros oprimidos de Rusia, descansando luego en la admiración de nuestra magnanimidad desinteresada. Queremos hacerla porque somos el primer pueblo de la tierra y debemos extender nuestra actividad sobre el planeta entero. La hora de Alemania ha sonado. Vamos ha ocupar nuestro sitio de potencia directora del mundo, como la ocupó España en otros siglos, y Francia después, e Inglaterra actualmente. Lo que esos pueblos alcanzaron con una preparación de muchos años lo conseguiremos nosotros en cuatro meses. La bandera de tempestad del Imperio va a pasearse por mares y naciones: el sol iluminará grandes matanzas.
La vieja Roma, enferma de muerte, apellido de bárbaros a los germanos que le abrieron la fosa. También huele a muerto el mundo de ahora y seguramente nos llamará bárbaros. Sea! Cuando Tanger y Tolón, Amberes y Calais, estén sometidos a la barbarie germánica, ya hablaremos de eso más detenidamente. Tenemos la fuerza y el que la posee no discute ni hace caso de palabras. La fuerza!
Esto es lo hermoso: la única palabra que suena brillante y clara. La fuerza! Un puñetazo certero y todos los argumentos quedan contestados. Pero tan seguros estáis de la victoria? preguntó Desnoyers. veces el destino ofrece terribles sorpresas.
Hay fuerzas ocultas con las que no contamos y que trastornan los planes mejores.
La sonrisa del doctor fué ahora de soberano menosprecio. Todo estaba previsto y estudiado de larga fecha, con el minucioso método germánico. Qué tenian enfrente. El enemigo más temible era Francia, incapaz de resistir las influencias morales enervantes, los sufrimientos, los esfuerzos y las privaciones de la guerra; un pueblo debilitado fisicamente, emponzoñado por el espiritu revolucionario y que había ido prescindiendo del uso de las armas por un amor exagerado al bienestar. Nuestros generales continuó van a dejarla en tal estado que jamás se atreverá a cruzarse en nuestro camino.
Quedaba Rusia; pero sus masas amorfas eran lentas de reunir y dificiles de mover. El Estado Mayor de Berlin lo había dispuesto todo cronometricamente para el aplastamiento de Francia en cuatro semanas, llevando luego sus fuerzas enormes contra el Imperio ruso, antes de que éste pudiese iniciar su acción. Acabaremos con el oso después de haber matado al gallo afirmó el profesor victoriosamente.
Pero adivinando una objección de su primo, se apresuró a continuar. Sé lo que vas a decirme. Queda otro enemigo: uno que no ha saltado todavia a la arena, pero que aguardamos todos los alemanes. Ese nos inspira más odio que los otros porque es de nuestra sangre, porque es un traidor a la raza. Ah, como le aborrecemos! en el tono con que dijo estas palabras latian una expresión de odio y un deseo de venganza que impresionaron a los dos oyentes.
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