Bourgeoisie

230 EOS EOS 231 hoy son también guerras de ideas, y las guerras de ideas son, en el fondo, guerras religiosas. En vista de lo cual, es muy prudente sentir hacia las ideas aquel respeto que inspiran los cañones del 42. Detrás de cada idea hay una bateria de cañones.
De Nuevo Mundo, 21 Abril 1916.
LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS Novela del eminente escritor Vicente Blasco Ibáñez Un señor deseaba ver a Julio. Hablaba en francés correctamente, pero su acento fué una revelación para Argensola. Al entrar en el dormitorio en busca de su compañero, que acababa de levantarse, dijo con seguridad: Es tu primo de Berlin que viene a despedirse. No puede ser otro.
Los tres hombres se juntaron en el estudio. Desnoyers presentó a su camarada para que el recién llegado no se equivocase acerca de su condición social. He oido hablar de él. El señor es Argensola, un joven de grandes méritos. el doctor Julius von Hartrott dijo esto con la suficiencia de un hombre que lo sabe todo y desea agradar a un inferior, concediéndole la limosna de su atención.
Los dos primos se contemplaron con una curiosidad no exenta de recelo. Les ligaba un parentesco intimo, pero se conocían poco, presintiendo mutuamente una completa divergencia de opiniones y gustos.
Al examinar Argensola a este sabio, le encontró cierto aspecto de oficial vestido de paisano. Se notaba en su persona un deseo de imitar a las gentes de espada cuando de tarde en tarde adoptan el hábito civil; la aspiración de todo burgués alemán a que lo confundan con los de clase superior. Sus pantalones eran estrechos, como si estuviesen destinados a enfundarse en botas de montar. La chaqueta, con dos filas de botones, tenia el talle recogido, amplio y largo el faldón y muy subidas las solapas, imitando vagamente una levita de militar. El bigote rojizo sobre una mandibula fuerte y el pelo cortado a rape, completaban esta simulación guerrera. Pero sus ojos, unos ojos de estudio, con la pupila mate, grandes, asombrados y miopes, se refugiaban detrás de unas gafas de gruesos cristales, dándole un aspecto de hombre pacifico.
Desnoyers sabia de él que era profesor auxiliar de universidad, que habia publicado algunos volúmenes, gruesos y pesados como ladrillos, y figuraba entre los colaboradores de un «Seminario histórico, asociación para la rebusca de documentos, dirigida por un historiador famoso. En una solapa ostentaba la roseta de una orden extranjera.
Su respeto por el sabio de la familia iba acompañaLos cuatro jinetes apocalipticos, las cuatro calamidades son: la guerra, la peste, el hambre, la muerte.
La guerra es el fondo de la magnifica obra que presentamos a nuestros lectores. sobre ese fondo se desarrollan escenas de amor y de sacrificio, conflictos de familia, la vida, en una palabra, que prosigue su desarrollo, pues no hay acontecimiento, por terrible que sea, que pueda torcer Reproducimos a continuación algunas páginas (102 a 122)
escogidas de intento entre las menos emocionantes: Al día siguiente de la llegada de Julio Desnoyers estaba Argensola por la mañana trablando con Tchernoff en el rellano de la escalera de servicio, cuando sonó el timbre de la puerta del estudio que comunicaba con la escalera principal. Una gran contrariedad. El ruso, que conocía a los politicos avanzados, les estaba dando cuenta de las gestiones realizadas por Jaures para mantener la paz. Aun habia muchos que sentian esperanzas. El, Tchernoff, comentaba estas ilusiones con su sonrisa de estinge achatada. Tenia sus motivos para dudar. Pero sonó el timbre otra vez y el español corrió a abrir, abandonando a su amigo.
su curso. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.