216 DOS EOS 217 la disciplina, la fraternidad con la gloria, y la justicia con la honra militar.
En nombre del militarismo y del clericalismo han sufrido persecuciones, en Alemania, la libertad política y la religiosa, y extraviados por falsas apariencias muchos hombres eminentes rusos, ingleses y franceses han podido aplaudir leyes injustas de su propio país. así seguirán las cosas. Los pueblos deberán soportar armamentos siempre mayores, y las naciones fuertes oprimirán a las débiles, aun después que las actuales potencias, igual que las que les precedieron, hayan caído bajo el peso de su propia expansión. asi seguirán las cosas hasta que las madres no eduquen a sus hijos en el amor a la humanidad antes que en el patriotismo; hasta que no les enseñen a tener compasión a toda criatura que vive y sufre, hombre, animal o planta; hasta que no les inculquen la idea que la simpatía no sólo debe hacernos llorar con los que lloran sino más bien reir con los que rien, y que nuestra fuerza vital crece y se eleva cuando siente y vive armón camente con los demás seres y los otros pueblos.
Nada cambiará mientras las madres no enseñen a los hijos que es odioso el patriotismo que en interés del propio país pisotea los derechos de los demás, y mientras los hijos, ya adultos, no sepan vivir con arreglo a estos nuevos preceptos. Cuando para los niños la idea de patria no sea una mezcla de orgullo e injusticia, ni la idea de Dios esté manchada por un impuro patriotismo egoísta, la guerra ganará en nobleza, y el soldado ya no será un símbolo de obediencia ciega y de orgullo de casta, será un hombre, un ciudadano, con los mismos derechos políticos, idénticas ideas de justicia, libertad y honor que los demás hombres, será un defensor de la patria que sólo empuñará las armas en defensa de los más sagrados derechos humanos.
Enseñad a los niños que es un deber indestructible la defensa de los propios derechos nacionales e individuales. debo hacer observar que los niños lo presienten orcuramente y nos corresponde impedir que se produzcan en ellos confusiones. Los niños comprenden que el mal, no dominado, vencería al bien, que los injustos y malvados llegarían a oprimir a los justos y buenos. El instinto de defensa es la base de la justicia social, y hasta en la historia sirve de guía al seguro criterio de los niños. Ningún muchacho cree que Guillermo Tell no tuvo razón; y aunque las lecciones del catecismo imponen la obediencia a la autoridad constituída, todos los niños aprobarán siempre la rebelión de Andrés Hofer; jsu sinceridad natural destruye todo sofisma, si la doctrina cristiana no les ha entontecido!
Para terminar, oid lo que dijo un muchacho de diez años, después de tres de estudiar el catecismo y la historia sagrada. No creo en nada de esto. confio en que si algún día los hombres recobran el juicio, cada uno podrá tener su fe, como cada uno tiene una cara diferente. Este pequeño filósofo puso de relieve el más grave mal de la enseñanza religiosa, imponiendo a los Hombres una misma doctrina, una máscara igual para todos, cuando cada uno tiene la libertad y el derecho de formarse una propia fe en la cual vivir morir. El haber creído encontrar en el pasado un ideal, una verdad completa y acabarla, ha sido el mayor error espiritual de la humanidad.
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