EOS 175 174 EOS mente amplitud a su genio, pero no necesitando el resguardo del símbolo para manifestarse, no contaría hoy la literatura universal con esa maravilla, a la vez que importante documento sociológico, que en todas las lenguas de la civilización se conoce con el nombre de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Idealismo y Realismo Frescas aún en la mente, de Sancho las promesas de su señor, en cuanto vió terin nada la pendencia con el vizcaíno, le pidió de rodillas la insula ganada en aquella feliz aventura. Don Quijote, con toda la sensatez de un loco que trata de persuadir razonablemente a un cuerdo que se sale de quicio, le recomendó que tuviera paciencia, porque aquella aventura y las a ella semejantes no eran de insulas, sino de encrucijadas, en las que no se gana otra cosa que sacar la cabeza rota o una oreja menos; otras se presentarían en las que, no sólo podría hacerle gobernador, sino más aún, y así el buen escudero que lo contento y agradecido.
Tengo este pasaje quijotesco por uno de los más culminantes para mi asunto.
Otro que no le va en zaga es aquel en que, saliendo don Quijote por tercera vez a sus aventuras, discurre con Sancho, y ambos elevan el utilitarismo a las alturas de una vida eterna. Para don Quijote. los caballeros andantes más hemos de atender a la gloria de los siglos venideros, que es eterna en las regiones etéreas y celestes, que a la vanidad de la fama que en este presente y acabable siglo se alcanza, la cual fama, por mucho que dure, se ha de acabar con el mismo mundo, que tiene su fin señalado. Mientras que Sancho, considerando que vale más resucitar a un muerto que matar a un gigante; que es mejor la fama del santo que resucita muertos y hace otros milagros, que la de cuantos emperadores gentiles y caballeros andantes ha habido en el mundo, quiere «que nos demos a ser santos, y alcanzaremos más brevemente la buena fama que pretendemos. No pueden tomarse muy al pie de la letra estas aspiraciones de caballero y escudero; porque si bien don Quijote declara que los caballeros andantes «hemos de matar, en los gigantes, a la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira en el reposado continente y quietud del ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos, y el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas partes del mundo buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros, ya en su segunda salida, olvidando que los bienes terrenos y perecederos son pesada impedimenta para una vida destinada a las sublimidades idealistas, porque donde está tu tesoro allí está tu corazón, había encargado a Sancho que llevase alforjas, y se había provisto de dinero, camisas limpias y demás cosas que pudo, siguiendo el consejo de aquel ventero que le armó caballero, que era, no doctor en teología, sino licenciado en todo género de picardías, por lo que se había dado a conocer por cuantas audiencias y tribuna cs había en casi toda España. en cuanto a Sancho, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.