172 EOS EOS 173 el derecho de la mujer. Después de someter el protagonista todos sus nobles afanes al proposito de enaltecer a la dama de sus pensamientos, presenta a la mujer ricamente dotada de bondad, estimulando al hombre con sus gracias, considerando, sin duda, como un sabio de nuestros días que «el hombre la mujer constituyen dos organismos esencialmente diferentes que no llegan a formar perfectamente la noción genérica normal «de hombres» sino completándose mutuamente. cuando el autor expone en abstracto y separado el derecho femenino, hace decir fieramente a la pastora Marcela. Yo nací libre, y para poder vivir libre, escogí la soledad de los campos.
Tengo libre condicion y no gusto de sujetarme. Quedan aún que examinar dos órdenes de considerac. ones de carácter social: la condición y las creencias.
Sobre el primer punto Cervantes es claro y terminante. De humilde extracción y conocedor modesto de sus propios méritos, viendo tanto magnate incapaz, no podía en justicia deprimir sistemáticamente su clase y condición ni enaltecer la opuesta; por eso reconociendo, como hace decir al protagonista, que «hay dos maneras de linajes en el mundo: unos que traen y derivan su descendencia de principes y monarcas, a quienes poco a poco el tiempo ha deshecho, y han acabado en punta; otros que tuvieron principio de gente baja y van subiendo de grado en grado hasta llegar a ser grandes señores. acaba por declarar que la verdadera nobleza consiste en la virtud, y al hablar del pobre honrado, expresa esta duda equivalente a tremenda censura. si es que puede ser honrado el pobre. Ofrece además el contraste que resulta entre aquel duque y duquesa, ociosos y dedicados exclusivamente a fiestas y pasatiempos, representación de esa aristocracia tan imbécil como inútil y perjudicial, y Roque Guinart, que aunque en declarada rebeldía contra la sociedad. es de natural compasivo y bien intencionado, y al que se le habían eslabonado las venganzas de manera que, no sólo las suyas, sino las ajenas tomaba a su cargo. Respecto de las creencias, si se tiene en cuenta la época, carecen de valor las manifestaciones católicas del autor ante ciertas indicaciones acerca de curas y frailes, si se considera el apóstrdfe a los encapuchados que llevaban la imagen en procesión, y por último cuando se da con este pasaje que choca nada menos que con la excomunión. En memoria tengo lo que le pasó al Cid Ruy Díaz, cuando quebró la silla del embajador de aquel rey delante de su Santidad el Papa, por lo cual le descomulgó, y anduvo aquel día el buen Rodrigo del Vivar como muy honrado y valiente caballero.
En cuanto a la autoridad, queda herida en el Quijote por el ridículo, ora cuando don Quijote y Sancho discuten sobre si son regidores o alcaldes los rebuznadores, conviniendo en que «tan a punto está de rebuznar un alcalde como un regidor. ora cuando Sancho asegura que puede ir con el rucio a gobernar su insula, porque «ha visto ir más de cuatro asnos a los gobiernos. En resumen: si Cervantes hubiera vivido en época de libertad de imprenta y después de Laplace y Darwin; ante las grandes verdades científicas y libre de la tirania teocrático inquisitorial, hubiera dado seguraEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.