Bourgeoisie

168 COS EOS 169 con absoluta justicia en los conflictos que a su solución se presentasen y era además transmisible por su mediación a otros individuos, y capaz de ennoblecer hasta aquellas mozas del partido de que habla la historia, que, por la benevolencia del agraciado, se llamaron a partir de aquel momento, doña Tolosa y doña Molinera.
Bien sabía don Quijote que cada uno es hijo de sus obras; mas, por una contradicción aun no suficientemente evidenciada por la evolución progresiva, necesitaba pagar tributo a lo maravilloso, prosternándose irracionalmente ante lo imaginario y sobrenatural, y aquel pobre loco hizo lo que hacen todos los cuerdos del mundo, pedir a vanas ceremonias la merced de la gracia.
Así, agua lustral, agua bautismal, imposición de manos, bendición, tres golpes simbólicos, palabras sacramentales, palabra sagrada, pescozada y espaldarazo son ceremonias a que se atribuye el mágico poder de purificar y transformar substancialmente las cosas y las personas, saltando sobre la infranqueable ley de las causas y los efectos, haciendo además justicia sectaria, parcial y puramente nominal, y por tanto injusticia positiva, allí donde la ignorancia impone sus torpes limitaciones y de a en el desamparo del error y de la iniquidad a la generalidad de los hombres.
Caballero ya, y enamorado, es decir, hallándose en gracia y con un ideal a cuestas, si bien la gracia era tan poco eficaz que no logró arreglar en justicia sino que agravó el conflicto entre el obrero Andrés y el burgués Haludo, y el ideal atribuía la sin par hermosura de Dulcinea a la rústica campesina Aldonza Lorenzo, que conocía de oídas, don Quijote no supo hacer cosa mejor que lo que hace en su caso todo el que lleva algo en la mollera, que es tratar de imponer su ideal a quien no le comprende ni le siente; y así salió al camino a exigir a los mercaderes toledanos la declaración de que Dulcinea era la doncella más hermosa del mun o. No sirve que el buen sentido, por boca de uno de la caravana, exponga razonablemente que sin conocerla no podían en conciencia hacer tal declaración; el idealista atropella por todo, y, lanza en ristre, acomete la hazaña de persuadir a los incrédulos. Del mismo modo vemos que en los vaivenes con que la historia consigna el largo predominio de los antiprogresivos y el elimero de los revolucionarios, tras las alternativas de lucha de ambos bandos, hay períodos denominados terror blanco o terror rojo, cuya génesis ra lica en algo que tiene analogia con aquel acto quijotesco.
Vuelve o le vuelven a su casa a curarse de los porrazos recibidos, y en ella deudos y amigos, tomando por causa eficiente de la locura del lesionado lo que a lo sumo podía ser concausa, deciden someter su biblioteca a riguroso escrutinio, y otra vez vemos allí un criterio dominante que se impone, el del cura, que otorga la merced de, la vida a los libros que con él concuerdan o tienen alguna analogia, y condena sin remisión al fuego a los contrarios. Pobres libros! producto del saber y del sentir, expresión de un ideal forjado en cerebros de determinada época como efecto de la evolución histórica que, juzgados por la parcialidad de un enemigo, tal vez incapaz de superarlos y ni siquiera de igualarlos, dejan en la memoria un Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.