164 EOS EOS 165 galeotes se aprovecharon de la confusión para romper sus cadenas, lo que lograron al fin.
Llegado este caso, no sólo no se mostraron ingratos los recién libertados, sino que, dispersos ya, al llamamiento de don Quijote acudieron todos, le rodearon, y, a la petición que les hizo de que tomaran su cadena y fueran con ella a postrarse ante la señora Dulcinea del Toboso, respondió en nombre de la colectividad Ginés de Pasamonte, el reputado como más criminal, manifestando en términos respetuosos su agradecimiento y solicitando, en vista de la imposibilidad de realizar aquel mandato, que le cambiase por la obligación de rezar oraciones a su intención, que cumplirían de buena voluntad.
Encolerizado entonces don Quijote, injurió cruelmen. te a don Ginés «don hijo de la puta, don Ginesillo de Paropillo o como os llaméis. le dijo y trocado el beneficio en ofensa quedaron horros los galeotes del deber de la gratitud y obraron en consecuencia.
Esa falsa interpretación de detalle que dejo rectificada, expuesta por órganos ilustrados y aun radicales de la opinión pública, revela la existenc a de un falso criterio, de cierta predisposición, por prejuicios bastante extendidos, para falsear la interpretación recta y general de aquel gran libro.
Reputados comentaristas nacionales y extranjeros afirman que Cervantes no tuvo otro propósito que combatir los libros de caballería, sino que acontece que la pluma del hombre de genio va inconscie. temente más allá de las intenciones causales. Quintana supone que «si su autor pudiera levantarse del sepulcro, y viera a unos apurar su ingenio, a otros su erudición, a otros su cavilosa metafísica y a todos sudar para hacer del Quijote una obra a su modo, quizás les dijera con compasión y risa. En balde os afanáis si con esa disposi»ción doctrinera pensáis gustar de mi libro ni hacer »entender lo que vale. Me asombro de ver que haya »en mi libro tantas cosas en que no pensé, y que sea »menester tanto trabajo para descifrar y dar precio a lo »que a mí no me costó ninguno. Valera dice. No llevaba Cervantes otro fin (censurar los libros de caballerías. y no se comprende cómo admiradores suyos lo desconozcan, suponiendo propósitos contrarios en el Quijote. Es un hecho, como asegura un comentarista italiano y confirma Quintana, que España estaba inundada de libros de caballerías, y sus despropósitos constituían la admiración de los ignorantes, el pasatiempo de los ociosos y quizá también de los discretos; pero Cervantes se propuso «acabar con aquella peste. y lo consiguió cuando otros habían fracasado en la empresa, consistiendo su triunfo en que mientras otros críticos se habían dirigido casi exclusivamente a los intelectuales, y su influencia entre ellos se había estacionado, la obra de Cervantes tuvo curso general y aun principalmente popular, y el entusiasmo del pueblo le dió calor y vida.
Por otra parte, es evidente que si el Quijote no hubiera tenido otro objeto que aniquilar «aquella peste. aceptando la frase del comentarista antes indicado, una vez logrado tan a la medida del deseo de su autor, terminada su misión, hubiera caído en el más completo olvido, sin traspasar las fronteras, sin que nadie hiciera caso de tal libro en países donde por no Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.