142 EOS EOS 143 Al mentar a Cervantes me acuerdo de una frase suya muy discutida, que también emplea Ricardo León, de oído, sin reparar en lo que significa. Aún no se sabe a punto fijo si son huevos y torreznos, despojos de ave y cerdo, o tortilla con sesos, pero lo que ya no duda nadie es que la frase duelos y quebrantos sólo tiene sentido figurado y se refiere a cierto plato, que, no obstante la abstinencia de carne, podía comerse en los reinos de Castilla. Lean ustedes ahora: amores; pero lo que no es lícito es que una asociación circunstancial y poco afortunada de palabras se convierta en eterno cliché literario.
La obscura golondrina que aqui en mi pecho mora cuando quiere cantar, no canta, llora. Comedia Sentimental, 269. que el amor como obscura golondrina ponga su nido en nuestras almas tristes. Alivio de Caminantes, 40. Volaban en bandadas, acogiéndose en sus nidos, las obscuras golondrinas. Casta de tidalgos, 93. Cuando las obscuras golondrinas hacían sus nidos en las casas de los hidalgos. Idem, 314. Veamos otro ejemplo. nadie que haya leído el Quijote le cogerá de nuevo la locución «ociosas plumas. que coloca Cervantes en aquel párrafo famoso en que se burla del estilo hueco y afectado de los libros de caballerías.
Sacada la locución de este lugar, en que las plumas representan el lecho, sólo puede entenderse por «pluma ociosa» la que desatiende su natural empleo u ocupación. Así, de un escribiente que no escribe, dice muy bien Ricardo León: Silverio cogió la ociosa pluma y se puso a escribir versos. Alcalá de los Zegries, 102. Pero asociadas definitivamente en su memoria las dos voces, el adjetivo sigue automáticamente al nombre, aunque el sentido de la frase no lo consienta. mujeres llenas de artificios, con aire de meretrices, adornadas de ociosas plumas. Casta de Hidalgos, 56. Miró en torno suyo; la tierra le pareció un vasto cementerio, teatro de asolamientos y fieros males (otra frase hecha. al mirar abajo, al atisbar en la hondonada el montón de casas obscuras, al pensar que había de volver a aquel rincón de duelos y quebrantos, donde moria de tedio y desesperación. Casta de Hidalgos, 333. Dejemos en paz a los «humildes jureles» y a la «humilde retama. que sólo puede calificar así quien no haya visto jamás esa planta exuberante, que invade los campos de cultivo, de dos metros de alta, verde todo el año y cubierta en primavera de una olorosa lluvia de oro. me refugio en esquivo apartamiento, como humilde retama. La Escuela de los Sofistas, 65. Páginas 304 a 305: Pero la prueba definitiva, a mijuicio, de que Ricardo León figura entre los que escuchan la palabra y no ven lo que representa, está en los pasajes que vamos a citar.
La célebre frase «el carro del Estado navega sobre un volcán. colocada en un fogoso discurso político, quizá no despertase en los oyentes sino la idea de que un peliEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.