Violence

134 EOS EOS 135 mismo procedimiento es el que sirve de base a las comparaciones literarias, salvo que en éstas, en lugar de confrontarse únicamente sensaciones, se combinan ideas, escenas, estados del ánimo, paisajes, etc.
No conozco, de ningún país, una época literaria que haya podido prescindir de las comparaciones.
Sin embargo de esto, y para no ocultar nada a los lectores, debo decirles que hay una escuela novísima que preconiza también la supresión de las comparaciones expresas. En el flamante Manifiesto Técnico de la Literatura Futurista, donde se decreta la destrucción de la sintaxis, la abolición del adjetivo, del adverbio, de la puntuación, etc. etc. escribe Marinetti. Llegaremos algún día a un arte aún más esencial, cuando nos atrevamos a suprimir todos los primeros términos de nuestras analogías, y a no dar sino la serie no interrumpida de los segundos términos. Sólo hay un pequeño inconveniente y no sé si «Azorín» se atreverá a afrontarlo. Para esto dice el fundador del futurismo habrá que renunciar a ser comprendidos.
Páginas 175 a 178: Hay varias partes de la oración, que no tienen sitio fijo en la frase, y pueden moverse de un lugar a otro, por razón de su significado o bien por motivos de eufonía, ya sea para buscar una cadencia, para evitar asonancias o para equilibrar convenientemente los miembros de la cláusula. En cuanto al valor de posición, o sea la distinta fuerza expresiva que adquiere una palabra según el lugar que ocupa, la psicología y la gramática, de acuerdo, han formulado ciertas leyes, cuya confirmación experimental se ha visto luego en las grandes obras de la literatura. Del adjetivo, por ejemplo, se ha dicho que antepuesto al substantivo lo modifica subjetivamente y pospuesto lo determina e individualiza de una manera objetiva. Gröber dice que el adjetivo antepuesto califica al nombre de un modo emocional y pospuesto lo caracteriza lógicamente.
Aplicando estos principios al Quijote, en un interesante trabajo publicado en la Revue Hispanique, demuestra Brownell que, contra 112 casos que confirman la ley antes formulada, sólo hay 16 excepciones y que, aun éstas, pueden atribuirse a razones particulares. Azorín» ha sentido perfectamente esta diferencia de posición y ha usado de ella abundantemente y con acierto.
Pero nuestro autor no se ha contentado con estos medios de expresión, comunes a todos los escritores; y en su afán de desarticular y agudizar el idioma, lo ha descoyuntado con tal violencia que el adjetivo, separado del nombre, ha ido a parar más allá del verbo, contra las leyes de la lógica, de la gramática y del sentido común.
Hay adjetivos que, sin alterac ón en su forma hacen también oficio de adverbios, como alto, claro, recio, etc. y otros que, circunstancialmente, pueden desempeñar ambas funciones. Azorín» escribe, por ejemplo. la vegetación se esponja voluptuosa. el humo asciende lento. etc. es como si dijera. el humo asciende lentamente. la vegetación se esponja voluptuosamente. los adjetivos hacen las veces de adverbios de modo. Pero fácilmente se advierte lo peligroso del procedimiento cuando, sin reparar en la indole de los adjetivos, se aplica indistintamente a todos ellos; porEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.