130 EOS EOS 131 lores como otros, y hasta pudiera suceder que en ciertas épocas, cuando no hay obra que no salga envuelta en el humo azulado del elogio fraternal, fuese la visión amarilla del crítico bilioso la más adecuada para restablecer, por la ley de los colores complementarios, el valor real de las luces y las sombras.
Callar de propósito los defectos para honestar la alabanza, será más generoso que obscurecer las bellezas para justificar la censura, pero es igual agravio a la verdad.
El estilo Las frases célebres, que son cifra y remate de una teoría, como clave que cierra el arco y sustenta el blasón, tienen el grave inconveniente de que sacadas de su sitio pueden verse aplicadas a tan ajenos menesteres que, a saberlo quien las forjó, tal vez las hubiese dejado inéditas. La frase de Buffon «el estilo es el hombre» es una de las gemas engarzadas en el admirable Discours sur le Style; fuera de allí ¡cuán necias interpretaciones ha tenido!
Se ha desbocado un caballo. Pedid separadamente a varios espectadores la narración del suceso y advertiréis que las palabras, el tono, las muecas y el ademán, todo es distinto en cada individuo. Sobrio el uno, gesticulador y vehemente el otro, aquel expresivo y pintoresco, este premioso y puntual, todos, ingenuamente, nos irán mostrando su peculiar temperamento. Mas he aquí que nuestros cuatro interlocutores son noticieros. Si leemos al día siguiente sus respectivas gacetas, veremos con qué unanimidad han escrito. el caballo emprendió vertiginosa carrera. o cosa parecida. El estilo de los profesionales de la pluma, no es el hombre.
El purismo Mís de una vez, leyendo a los más celebrados escritores contemporáneos, se me ha ocurrido preguntarles: justedes creen que es el lenguaje una guitarra de su propiedad y que, como decía el discípulo del cuento, pue len poner en ella los dedos como les dé la gana. No les parece más apropiado representarse nuestra habla como un arpa de cuerdas innumerables desde el bronco entorchado que maneja la plebe, hasta los hilos sutilísimos que pulsaron los místicos de la edad de oro, afinada costosamente por el esfuerzo inconsciente de unos y el afán meritísimo de otros, hasta producir ese instrumento admirable cuyos sones acordados forman el más regalado esparcimiento del ánimo y el más suave deleite del oído. No les escarba la conciencia cuando desquician los vocablos, truecan el régimen y ofenden la sintaxis?
Páginas 57 a 58: Cuando todos los españoles, o buena parte de ellos, toman o emplean como moneda corriente una palabra, no hay sino recibirla con los brazos abiertos: su triunfo, en medio de las luchas y vaivenes de la selección natural, es su mejor ejecutoria. Pero cuando un tribuno, en una frase que al día siguiente ha de repetir toda la nación, tuerce el sentido de una voz o apadrina un engendro bárbaro; o cuando un escritor, mediante la difusión e insistencia del periódico, consigue dislocar una construcción castiza o aclimatar una extranjera, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.