EOS 25 UN ARTISTA DOS DE SUS CUADROS Que me perdone Taine si hoy, sin la preparación debida me atrevo a ir campo adentro por las parcelas de la paleta y del pincel. Si lo hago es porque no quiero retener más tiempo mi aplauso público, como humilde estimulo, para este joven artista que ya en este rincón olvidado del mundo, ya en la Metropoli o ya en la bella e ideal Lutecia, siempre ha sabido mantener ardiendo en los altares de la fe, los pebeteros de la ilusión. Si, José Manuel Cabailero, a pesar del frio glacial que reina aqui en nuestro ambiente ideal y que congeia las más ardientes iniciativas; a pesar de éso y de la escarcha de indiferencia con que aquí cubren los esfuerzos en pro del arte, ha sabido como un buen explorador alpino, resistir las temperaturas más frías y como los muchachos del cuento de Stevenson, siempre ha guardado encendida, bajo el capote de sus entusiasmos, la linterna de ojo de buey de sus esperanzas.
Por eso lo aplaudimos con todas las fuerzas de nuestro corazon.
En el lado izquierdo del camino va un chiquillo con una alforja, lleva sombrero de palma, sigue después una señora de pañolón negro con un niñito alzado que lleva un gorrito en la cabeza; después dos campesinos en camisa con alforjas al hombro; por cierto que uno lleva una banda roja en la cintura; en el recodo del camino, aparece una casita con su tejado rojo. uno y otro lado del cuadro vénse las cercas de piñuela, con árboles de trecho en trecho, frondosos, verdes y con las ramas como empujadas por el viento. Alli en esas cercas distinguense los itabos, los plátanos y los higuerones, y en el fondo del cuadro aparecen las montañas con sus crestas azules y sus fncos a manchas grises. Encima de la más alta de estas crestas y cubriéndolas, están las nubes que luego desfilan como una ravana.
Este es un cuadro al sol y el contraste entre las luces y sombras es adinirable, y más que un cuadro al sol y que un hermoso paisaje es un «cuadro muy tico. por eso tiene un encanto singular que cautiva nuestra atención. ahora, que venga la crítica a señalar defectos, yo sólo diré que es un cuadro rico en coloridos, de magnifica perspectiva y de una frescura y belleza seductoras.
Otro paisaje Ahora es otro paisaje, pero no en la mañana, como el descrito anteriormente, a todo sol, sino en la tarde a la hora del véspero. Este cuadro es más sugestivo y más de nuestro gusto. Es un camino de color sepia claro, a un lado y otro hay una faja alta de zacate verde y más a los lados los lineas de árboles que indican a la izquierda la cerca de piñuela y a la derech la de alambre de púas; de este lado se ven precisamente los repastos de zacate de guinea que ya están semillando. En las cercas distinguense unos higuerones, un hiyo, un agu cate, y varios targuás, güitites e itabos. Por en medio del camino viene un cainpesino con la alforja al hombro. En el fondo del paisaje están las montañas teñidas con ese color lila tan común en los crepúsculos vespertinos; encima y a un lado, y otro están unas nubes acarminadas.
De todo el conjunto de este cuadro se desprende como un Sus cuadros Ahora hablaremos de uno que representa un camino del barrio de San Juan en plena mañana. En el primer plano aparece la carretera que conduce a la ciudad con el polvo remolido por el trajin diario; a uno y otro lado se ven las fajas de tierra por donde transitan las gentes; precisamente en la del lado derecho van dos campesinas con sus trajes de fiesta: la una con el pañolón caido en la cintura como en facha de viaje, y la otra con el pañolón tinto sobre los hombros. Hacia el lado derecho y por un trillo va una niñita y más lejos y por la faja de tierra viene un anciano, quizás un pordiosero.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.