Miscelánea pedagógica Creyente de miedo Pensamientos de Spencer, Duruy, Paul Bert, Berthelot, Bourgeois, Rabier, Marion, etc.
Ciertamente, en mí existe desde los comienzos de mi vida, la profunda preocupación del fin de la existencia, el terror a lo ignorado, el pavor de la tumba, o, más bien, del instante en que cesa el corazón su ininterrumpida tarea y la vida desaparece de nuestro cuerpo. En mi desolación me he lanzado a Dios como un refugio, me he asido de la plegaria como de un paracaída. Me he llenado de congoja cuando he examinado el fondo de mis creencias, y no he encontrado suficientemente maciza y fundamentada mi fe, cuando el conflicto de las ideas me ha hecho vacilar y me he sentido sin un constante y seguro apoyo. Todas las filosofías me han parecido impotentes, y algunas abominables y obra de locos y malhechores. En cambio, desde Marco Aurelio hasta Bergson, he saludado con gratitud a los que dan alas, tranquilidad, vuelos apacibles y enseñan a comprender de la mejor manera posible el enigma de nuestra estancia sobre la tierra.
Entre la enseñanza primaria, que va a lo que más precisa y da los conocimientos inmediatamente útiles (instrumentales, como se dice. y la enseñanza superior, que trata de hacer hombres capaces de profundizar un orden determinado de estudios, la a enseñanza ocupa un puesto medio: su objeto esencial es evidentemente la educación armónica del individuo: preparar a la vida de hombre en el seno de una familia y a la vida de familia en el seno de la humanidad. En la escuela de enseñanza, como en la de no cabe por consiguiente la especialización de la enseñanza superior. El profesor de física y el de griego y el de botánica, todos deben perseguir el mismo fin, todos son profesores de Instrucción social.
El buen labrador arranca cuidadosamente de su tierra las hierbas malas y la revuelve profundamente y la baña de aire y sol, aun antes de saber qué grano arrojará en ella. Se quiere que los jóvenes sepan lo que es esencial saber cualquiera que sea la carrera que hayan de abrazar más tarde.
RUBÉN DARÍO Paris 1913.
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