Communism
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Contra el comunismoPi y Margall, Francisco (España) (1824-1901)

FOS 79 Contra el comunismo El comunista más puro de nuestros tiempos ha sido Esteban Cabet, el autor del «Viaje por Icaria. Ha admitido. la monogamia, la separación de habitaciones, una de las comidas diarias en privado, la vida individual todos los días festivos. Para cada familia de labradores ha querido su granja con su jardín y su huerta; no se ha acordado siquiera del establecimento de talleres nacionales agrícolas.
Dan lugar estos hechos a graves y muy fundados cargos. Si el principio es bueno. a que el temor de que rechacen los pueblos sus aplicaciones más legitimas. qué, sobre todo, consentir en transacc ones que han de falsearle y no dejarle producir sus naturales resultados? El comunismo, lo confiesan los que le defienden, es insostenible sin ese amor de Lodos para ca da uno, y de cada uno para todos, que hace sacrificar el interés personal al colectivo. Estudie cada lector en sí la indole y el desarrollo de este sentimiento, y verá si es o no incompatible con aquel sistema la famnil a.
No bien empezamos a sentirnos hombres, cuando buscamos con ansiedad el mundo fuera del estrecho recinto del hogar doméstico. Todo nos convida a querer; la naturaleza misma es para nosotros objeto de cariño. Rebosan de nuestra alma los más generosos pensamientos; responde nuestro corazón como un eco al jaw que arranca a los demás la desventura. Nunca, en ninguna otra época, tienen para nosotros más encantos las palabras Ilumanidad, Patria.
Se nos atraviesa de repente una mujer en el camino de la vida, y llega a cautivarnos. Cuanto más la adoramos, tanto menos amamos a los otros. Todo lo que con ella no está enlazado, perde a nuestro ojos algo de su prestigio, hasta los mismos que nos engendraron. Por ella vemos, bajo su influencia obramos.
Es ya entonces el círculo de nuestra fraternidad; lo será mucho más en cuanto lleguemos a ser padres.
En los hijos se concentra el amor del hombre con dobie fuerza que en la esposa. El deseo de proteger su desenvolv miento fisico, el de educarlos, el de hacerlos su esores, no tan sólo de nuestro nombre, sino también de nuestras aspiraciones e ideas, el de elevarlos sobre el nivel de nuestra generación, aun a nuestro pesar, fomenta en nosotros el egoísmo. El padre quisiera que sus hijos fuesen en todo los primeros; envida la superioridad de los de su vecino.
No sin razón todos los fundadores de órdenes monásticas han excluído de las comunidades la familia y levantado entre ella y los anacoretas los silenciosos muros del claustro. No sin razón la Iglesia católica ha impuesto el celibato a su clero. No sin razón Cristo, que deseaba fijar en Dios las miradas y los sentimientos del hombre, ha prometido grandes recompensas al que dejase por él su familia, y ha preguntado con énfasis al que le hablaba de la suya. Quiénes son mi madre y mis hermanos. La fraternidad universal y el amor a la familia están uno de otra en razón inverEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.