Violence

70 EOS EOS 71 pasado; tú defend ste contra los tranos y los monstruos la causa dei género humano, y tú la ganaste. Gran hombre, sé por siempre bendecido. Frenéticos aplausos: Señores: las cosas horribles que acabo de recordar, realizábanse en el seno de una sociedad distinguida; era la vida alegre y plácida; nadie miraba abajo ni arriba de sí mismo; la indiferencia rayaba en la insensibilidad; los poetas graciosos, Saint Aulaire, Buffleurs, Gentil Bernard, hacían bonitos versos; la corte estaba rodeada de fiestas, Versalles deslumbraba, París ignoraba, y, entretanto, por ferocidad religiosa, los jueces hacían expirar a un viejo en la rueda, y arrancaban los curas la lengua a un niño por una canción. Emoción vivisima. En presencia de esta sociedad frívola y lúgubre, Voltaire solo, teniendo allí, a su vista, reunidas todas las fuerzas, la corte, la nobleza, la banca; esa aterradora magistratura, tan pesa la para los esclavos y tan do il para el señor, aplastando y adulando, de ro lillas sobre el pueblo ante el rey (bravos. ese clero, siniestra mez la de hipo resía y fanatismo; Voltaire solo, repito, declaró la guerra a esa coalición de todas las iniquidades sociales, a ese mundo enorme y terrible, y aceptó la batalla. cuál era su arma? Aquella que tiene la ligereza del aire y el poder del rayo: Una pluma. Aplausos. Con esta arma combatió; con esta arma venció.
Señores, saludemos su memoria.
El ha vencido al viejo Código y al viejo dogma.
Ha vencido al señor feu lal, al juez gótico, al cura romano. Ha levantado el populacho a la altura del pueblo. Ha enseñado, pacificado, civilizado. Ha combatido por Sirven y Montbailly, como por Calas y Labarre; aceptó todas las amenazas, todas las persecuciones, la calumnia, el destierro. Ha sido infatigable y también inquebrantable. Ha vencido la violencia con la sonrisa, el despotismo con el sarcasmo, la infalibilidad con la ironia, la terquedad con la perseverancia, la ignorancia con la verdad.
Acabo de pronunciar una palabra, la sonrisa. Yo me detengo. La sonrisa es Voltaire.
Digámoslo, señores, puesto que el apaciguamiento es la gran gloria del filósofo; en Voltaire el equilibrio acaba siempre por restablecerse. Sea la que fuere su cólera, pasa; y Voltaire irritado desaparece siempre ante Voltaire dulce. Entonces aparece la sonrisa en su mirar profundo. Esa sonrisa es la sabiduría. Esa sonrisa es Voltaire. La sonrisa llega algunas veces hasta la risa, pero constantemente templada por la tristeza filosófica. Contra los grandes la burla, para los pequeños la piedad. Su sonrisa ha tenido claridades de aurora. Siendo luminosa, su sonrisa ha sido fecunda. La nueva sociedad, el deseo de igualdad y de concesiones, y ese principio de fraternidad que se llama tolerancia, la razón reconocida ley suprema, la destrucción de las preocupaciones, la serenidad de las almas, el espíritu de indulgencia y de perdón, la armonía, la paz, he aquí lo que ha brctado de su sonrisa.
El dia, cercano sin duda alguna, en que sea reconocida la identidad de la sabiduría y de la clemencia; el día en que la amnistía sea proclamada, yo lo afirmo, allá en lo alto, en las estrellas, Voltaire sonreira. Aplausos repetidos, gritos de poiva la amnistia. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.