EOS 55 El imperio de Cervantes Soy un simple comerciante del Imperio de Cervantes. No me creo muy tonto, puesto que he podido hacer en diez años un regular capital, sin recurrir a engaños ni falsificaciones de ninguna especie. Pero mi caudal literario y científico cabe en poco espacio, pues no he pasado por las escuelas de don Mauro ni he aprend do nada en el Liceo. La iniciación a los conocimientos de cálculo y de gramática que he adquirido. escasísimos, repito la debo casi entera a las lecciones privadas de un maestro que llamaré don Celso, ya que él no quiere que su nombre verdadero vuelva a figurar entre los mentores de la actual generación.
Ello fué hace veinte años, en el barrio de la Soledad.
Dos palabras, matemáticas y lenguas, llenaban el prospecto de aquella escuela embrionaria, sin horario, sin programas y radicalmente neutra en el dominio de lo sentimental (religión, etc. Don Celso era entonces y lo es de seguro todavía un intelectualista puro, al modo del segundo tercio del siglo xix.
En matemáticas, aprendí cuanto he necesitado en mi comercio; pero soy incapaz de decir si mis procedimientos son aritméticos o algrebraicos, euclidianos o analíticos. No se me enseñó a distinguir divisiones en el conjunto de nociones conseguidas, conjunto homogéneo y tan sencillo como fecundo.
En ejercicios de lenguaje, recibí los primeros elementos de filosofía, de física, de historia, de geografía. Para dirigir bien estos ejercicios, son indispensables una ilustración tan honda y una experiencia tan rica como no es posible poseer con mi cabeza y a mi edad. decía don Celso que contaba entonces unos veintiséis años. Para no perderme, agregaba, voy a procurar no hablar sino de las cosas que me parecen claras y que se armonizan bien unas con otras en mi mente. en cuanto a formas o gramática, voy a procurar olvidarme de que soy costarricence, para buscar sólo aquello que pudiera ser igualmente útil a un francés, a un inglés, a un italiano. Don Celso se enojaba cuando alguno le hacía la pregunta de. Qué idioma le gusta a Ud. más. mi no me gusta ninguna peculiaridad, ningún idioma. contestaba siempre. mi solamente me interesa el lenguaje del hombre. Lo anterior va de preámbulo. Lo que quiero hacer notar llanamente es que encuentro una seria contradicción en el genial artículo de Hispanus acerca del Imperio de Cervantes y su constitución. La Información, 24 de noviembre. Sostiene Hispanus sabiamente que la más bárbara y salvaje de todas las anarquías es la del lenguaje hablado; que el Imperio vastísimo de Cervantes tiene su ley natural o carta fundamental. nacida de la constitución interna del sujeto que según la misma ha de vivir y prosperar. y que esta Carta Fundamental es y se llama «Gramática de la Lengua Castellana. Pero luego, llegado el forzoso momento de las recomendaciones, Hispanus recomienda particularmente Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.