EOS 43 Paternidad Despacho elegante. Personajes: RICARDO, cuarenta y dos años; AMALIA, treinta y ocho; ADOLFO, oce.
Ricardo, sentado, leyendo un periódico; Amalia y Adolfo entran. Amalia viste traje de mañana, muy sencillo; trae la mantilla puesta y tres o cuatro libros de oraciones en la mano. Adolfo viste un traje nuevo, azul obscuro. Aspecto de colegial bien reglamentado; bien peinado, trae también un libro de misa. Al entrar se arrodilla delante de su padre y le besa la mano. Amalia le contempla con satisfacción.
AMALIA. Ya estás enfadado. Tendremos paciencia. Sabes el día que es hoy. Sabes por quién hemos aplicado la comunión?
RICARDO. Sí, lo sé todc. No me exasperes.
AMALIA. Jesús. Dios me libre. Quieres que tu hijo sea como tú?
RICARDO. Mi hijo? Dí tuyo.
AMALIA. Qué cosas dices!
RICARDO. Tuyo, sí. No tienes tú la culpa. Te dejé que le educaras a tu gusto; nunca intervine con mi autoridad para impedirlo.
AMALIA. Para impedir qué? Que tu hijo tenga creencias, que sea cristiano. RICARDO. Para impedir que llegara el caso de que mi hijo me cons dere con desdeñosa compasión, de que me crea un réprobo por quien hay que pedir y rezar a Dios; para impedir que hoy, al oirle, al mirarle, no me conozca en él, porque no hay en él nada de mi vida, de mi pensamiento, de mi alma. yo, que te hubiera matado mil veces si hubiera sospechado quiera que ese hijo de mi vida y de mi sangre no lo era, he consentido un adulter o espiritual; he consentido que infundan en mi jo un espíritu que no es el mío. ahora, ya tarde, lo siento con horror y reniego de mi paternidad. como yo, tantos padres, por indiferencia, por tolerancia, hemos dado el sér a una generación que nos llevará. Quién sabe adonde. Sí, la culpa es nuestra; es de los que nacimos entre los tiroteos de las barricadas, de los que aprendimos con sangre y con dolor del alma lo que cuesta la bertad de espíritu y de conciencia, y porque nos creímos libres para siempre, fuimos tolerantes. no ADOLFO. Me perdonas, papá?
RICARDO (tristemente afable. Hijo. levanta.
Dame un beso. Temprano habéis salido, con lo fría que está la mañana.
AMALIA (a Adolfo. Ve a tomar el desayuno. Yo voy en seguida.
RICARDO. No habéis tomado nada?
AMALIA severa. Qué cosas tienes!
ADOLFO. Papá! Antes de comulgar?
RICARDO (enmendándose. Sí, ya sé. Quise decir antes de volver a casa, en cualquier chocolatería.
AMALIA. Por media hora más o menos. Anda, hijo mío. Adolfo sale. RICARDO. Van dos veces en quince días. Es eso lo que convinimos?
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