EOS 37 Trozos de Lugones de florecer y de fructificar, cualquier otra misión resultaríale inferior y absurda. Por esto, ella misma la prefiere y busca, y se enorgullece de estar colocada así, mientras no la perturba el desorden de próximas catástrofes. Que entonces, cuando en vez de su libertad femenina equivalente a un reino, el reino del hogar donde tiene como todo soberano el deber, dijéramos constitucional de la residencia; cuando en vez de esto, quiere la libertad del hombre, abdica; y así caída de su majestad natural en una condición ajena, su destino conviértese en esta triple fatalidad: o la mala madre, ese monstruo; o la solterona, esa víctima lamentable; o la cortesana, esa alimaña venenosa.
Los éxitos de la civilización que los pueblos disfrutan en la prosperidad y en la paz de las ideas, coinciden a su vez con el estado exclusivamente doméstico de la mujer La madre de familia, que no es tan sólo la productora de hijos, sino principalmente la formadora de hombres, resulta, en efecto, el elemento más importante de la sociedad y de la civilización.
Más importante que el hombre, porque sin ella no hay hogar ni patria; tampoco existe para ella ni es posible que exista condición más alta sobre la tierra. De aquí que su permanencia en ella, caracteriza las civilizaciones felices: aquellas en que el miedo de la vida insegura no suprime el goce superior, la heroica plenitud de las posteridades numerosas. Así, cuando las civilizaciones son más robustas y más amables, cuando aseguran a todos con mayor eficacia el encanto y la utilidad de la vida, la mujer hállase reclusa en el gineceo griego, en la casa romana, en el castillo medioeval, en el inviolable domicilio hidalgo. Allá, como la semilla oculta, está renovando la patria que así viene a constituir una emanación de su ser, pues en su seno fecundo y en su enseñanza, fórmanse los héroes, los trabajadores, los pensadores que engrandecen y que ilustran la patria. Ocupada como las plantas nobles, Allá en el silenc o de sus hogares, millones de madres silenciosas y fecundas como la tierra útil, son las verdaderas autoras del porvenir que aseguran prolongando la vida. Ellas no hacen ruido, ni teorías, pero hacen hijos, que es mejor. Pueden decir con justicia que cada una de esas vidas inteligentes equivale a muchos libros; que conservar una patria y formar una raza, es más importante que constituir gobiernos y mandar ejércitos; que aun siendo inculta y grosera, vale más la fecundidad de una madre que la producción intelectual de una doctora, porque las doctoras son reemplazables por los doctores, mientras sin madres deja de existir la patria.
Cuando voten las mujeres que desean votar, adquiriendo, así, la experiencia negativa del voto, pues ello Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.