EOS EOS acción docente de ésta, sino la de don Francisco, en su cátedra universitaria o en la relación general que la vida procura a cada paso por muy diferentes caminos.
El efecto de su espiritualidad eia tan poderoso, tan grande la autoridad de su pensamiento y de su ejemplo vivo, que allí donde se ejercían con alguna continuidad daban resultados sorprendentes; y aun no fué raro el caso en que una primera conversación bastó para despertar un alma y ligarla fundamentalmente al alma del maestro, a pesar de las interrupciones de relación o de las fluctuaciones que el poderío del medio ambiente imprimía en muchas de ellas.
Por todo eso, su acción ha sido muy difusa, y muestras de ella se encuentran a veces en personas y lugares de escasa comunicación con lo que se considera como su núcleo.
De esa condición personalísima de su influencia nace que se haya ejercido, más que a través de lo que escribió en libros, de lo que dijo en conversaciones y aconsejó o sugirió en cartas, es decir, siempre en un terreno privado e intimo (en gran parte fué así también su cátedra universitaria. que hizo de su acción una verdadera cura de almas. Confesor de muchas fué y director espiritual insuperable; y como tal, gran parte de su vida estuvo entregada al diálogo que semejante menester exige, mil veces más eficaz que el más vibrante libro. Por ello, también, su cuarto de estudio era a modo de gabinete de consulta por el que desfilaban a diario muchas gentes en busca de guía para sus actos, de consuelo para sus penas, de luz para sus pensamientos.
No todos los influídos han tomado hecho suyos, claro es, todos los aspectos de la doctrina educadora, ni en todos han forecido los mismos efectos de ella; pero en ninguno falta, aun en los más descarriadcs, la impresión indeleble de aquel contacto espiritual que en alguna ocasión de la vida, por lo menos, fué guía decisivo y salvó de los escollos de la vulgaridad, del egoísmo o del orgullo.
Es indudable, no obstante, que no pueden llamarse con razón discipulos de don Francisco, ni invocar su herencia, sino los que fundamentalmente, en lo más y lo mejor de su vida, dirigen su conducta (no sólo su palabra, pero también ésta) según la norma moral que constituyó la base de la doctrina y de la conducta del maestro.
Algunas veces, o por vanidad que a pocos engañaba, o por baja adulación que a don Francisco siempre repugnó (también por ignorancia real de lo que era y pensaba el maestro. hubo personas totalmente alejadas de su modo de ser y de conducirse, que se decían discípulos de don Francisco. Este acogía tales parentescos espirituales n una sonrisa de lástima o con un gesto de honrada indignación, según los casos.
Ahora, ante el espectáculo de hombres que en su conducta intelectual o moral (o en ambas) contradicen plenamente las enseñanzas y el ejemplo de don Francisco, siendo la negación de su sinceridad científica, de su patriotismo desinteresado, de su respeto a las ideas, de su falta absoluta de egolatría, de su pureza de intención y de obra, y no obstante quizá pretenden pasar por discípulos y herederos suyos, aprovechando la singularidad del instante, si hay una segunda vida espiritual y desde ella puede ver don Francisco estas Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.