COLECCIÓN EOS EOS er gobierno tan preñado de ideas y soluciones, que de (1 decía el mismo don Francisco ser cantera que podía alimentar, durante cien años, la actividad de los politicos españoles resueltos a estudiar las necesidades verdaderas del país y a darles satisfacción.
Don Francisco no ha legado nada de eso, y no se puede decir de él propiamente que deje contestación y fórmula para los problemas concretos del mañana, ni aun obra que los demás puedan realizar como pura aplicación de recetas específicas individualmente precisadas. La obra de don Francisco ſul de presente, hecha en vida, y con él se ha ido, si no es en aquella parte en que lo que logramos comunicar a otra perscna, sigue repitiendo en esta nuestro impulso o traduciéndose en nuevas fructificaciones. Pero ya no será la obra suya, sino una interpretación que la riqueza inmensa de la realidad ha de exigir que cada cual haga, en cada instante, como obra propia, alumbrada tan sólo por una orientación general precedente del maestro. Quiero decir, que don Francisco ha hecho hombres. y esto es lo que deja y lo que da a la España futura; porque su obra tuvo lo que es propio del educador, cuya gloria y cuya eficacia residen, no en los principios que expone, y que en lo sustancial tuvieron siempre predicación y propaganda, sino en los espíritus que forman y que lanzan a la vida como fuerzas que realizarán el ideal y promoverán nuevas braciones de él.
De aquí que esa obra suya haya sido eminentemente personal y no de influencia de sistema, es decir, que haya procedido, más que de la difusión de sus ideas, de su acción directa, personalísima con los hombres.
Hay un hecho que lo demuestra así plenamente, tanto en el orden ético (fundamental, como hemos visto) cuanto en el de las disciplinas científicas que cultivó y enseñó; y es que su acción eficaz, educadora, se encuentra, tanto o más que en lo que suele estimarse como su creación más honda y su medio de influencia más poderoso, la Institución Libre de Enseñanza, en la suma numerosísima de gentes que no han sido alumnos en aquel centro y llegaron a conocer a don Frarcisco cuando ya su primera educación (y a menudo también la universitaria) estaba hecha. No cabe, seguramente, pensar la Institución sin don Francisco; pero la obra de éste se proyectó también afuera en una gran medida. Cierto que muchos de los hombres a quienes formó don Francisco o en quienes influyó hondamente, se interesaron de un modo natural y lógico en la función docente de la Institución y entraron más o menos en su órbita; pero otros permanecieron ajenos a ella, en pura simpatía o interés ideal hacia su significación, pero moviéndose en una esfera de vida distinta, y muchos de esos no son por ello menos discípulos de don Francisco y representantes de lo fundamental de su influencia, o de algunos aspectos principales de ella. Todavía cabe decir, para precisar más el hecho que estamos señalando (esto es, el carácter personalísimo de la acción educativa de don Francisco y la distinción entre los efectos de este género que se produjeron a través de la Institución, y los que obtuvo sin que ésta mediase. que una gran parte de los hombres verdaderamente nuevos en espíritu que él formó y de los que la opinión designa como representantes ideales de la Institución, no recibieron la Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.