LA EVOLUCION OBRERA. MANAGUA, DE MAYO DE 1983. EN PROVINCIA Idre, de oral fiha Загde3 de מט pres VAR, ha, que vida echo ruta nifiEs rya ontiren apeonsiden nte.
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seguíamos desde la ventana de la ofiiIII cina y nuestras miradas, húmedas y gozosas, se encontraban y se entendían.
Fue, como dije, hace veinte años; por AUGUSTO HALMAR.
Pero andando esos tres años memomás, veinticinco, pues ello empezó cinco años antes. Yo no podía llamarme La vie est vaine: rables, y a medida que el niño iba un peu amor, creciendo, me fue más fácil verlo, pues ya un joven y ya estaba calvo y bastante grueso; lo he sido siempre; las un pou de haine el amo, cada vez más chocho, lo llevapenas no hacen sino espesar mi tejido et puls, bonjour ba al almacén y lo retenia a su lado hasta que venían en su busca.
adiposo.
La vle ost brave: Había fallecido mi primer patrón, y en su busca vino Clara una maniaun peu espoir, el Emporio pasó a manos de su sobrina que yo lo tenia en brazos; nunca he un peu de reve, no, que habitaba en la capital; pero visto arrebato semejante. Como leoet puis, bonsoir. na que recobra su cachorro. Lo que nada sabía yo de él, ni siquiera le había visto nunca, pero no tardé en conome dijo más bien me lo escupia al cerle a fondo: duro y atrabiliario con rostro!
sưs dependientes, con su mujer se con mandato suyo, se irritaba sin causa. Has que por fin una noche que atrai. Por qué lo besa Ud. de ese modo?
ducía como un perfecto enamorado, y Qué hace usted así? Toque, pues! vesaba la plaza con mi estuche bajo eiiQué pretende Ud. canalla?
cuéntese con que su unión databa de Otras veces me acusaba de apocado, brazo, el marido en persona me cerró! mi entender, ella vivía en la indiez años. Cómo parecían amarse, estimulándome a que le confiara mi el paso. Parecía extraordinariamente quietud constante de que el niño se santo Dios!
También conocí sus penas, aunque a gún ella, yo no podía haber sido eter su mano sobre mi hombro con una fapasado y mis aventuras galantes; se agitado y mientras hablaba nantuvo aficionase a mí o de que yo hablara. ratos estos temores sobrepujaban la simple vista pudiera creérseles feli namente razonable, y alababa con iro miliaridad inquietante.
a los otros y, para no exasperarme deC. él le minaba el deseo de tener nfa mi reserva. o se retorcia en un iNada de músicas! me dijo La masiado, dejaba que se me acercase, un hijo, y, aunque lo mantuviera se acceso de incontenible hilaridad: San şenora no tiene propicios log nervios y pero otras veces lo acaparaba, como si creto, algo había llegado a sospechar Borja, tímido y discreto.
hay que empezar a respetarle este y yo pudiera hacerle algún dano.
ella. veces solía preguntarle: Bajo el fulgor ardiente de sus ojos, otros caprichos.
Mujer enigmática. Jamás he com¿Qué echas de menos? él le cu yo me sentía enrojecer más y más, por Yo no comprendía.
prendido que fui para ella: capricho, bría la boca con sus besos. Pero ésta lo mismo que no perdía la conciencia Sí, hombre. Venga usted al casi juguete o instrumento!
no era una respuesta. No es cierto? de mi ridículo; en todos los momentos no conmigo y brindaremos a la salud Me habían admitido en intimidad de mi vida mi calvicie y mi obesidad del futuro patroncito!
VI desde que conocieron mis aficiones fi me han privado de la necesaria pre. Nació. Desde mi bufete, entre los larmónicas. Debimos adivinarlo; tie sencia de espíritu, y iquién sabe si no gritos de la parturienta escuché su Así las cosas, de la noche a la mafiane pulmones a propósito. Tal fue el son la causa de mi fracaso!
primer vagido, tan débil. Cómo me na llegó un extranjero y mediodía paelogio que le hizo de mi su mujer en Transcurrió un año, durante el cual palpitaba el corazón! iMi hijo. Porque samos revisando libros y facturas.
nuestra primera velada.
sólo viví por las noches.
era mio, no necesitaba ella decirmelo! la hora del almuerzo el patrón me ¡Nuestra primera velada. Cómo Cuando lo recuerdo me parece que la Mio. Mio!
comunicó que acababa de firmar una acerte delante de aquellos señores de una se anudaba a la otra, sin que fue Yo, el solteron solitario, el hombre escritura por la cual transferia el alla capital, yo que tocaba de oídos y que ra sensible el tiempo que las separaba, que no había conocido nunca una fami macén, que estaba harto de negocios y no había tenido otro maestro que un a pesar de que, en aquel entonces, de lia, a quien nadie dispensaba sus favo de vida provinciana, y probablemente músico de la banda? Ejecuté, me be de haberseme hecho eterno. res sino por dinero, tenía ahora un hi volvería con su familia a la capital.
acuerdo, El ensueño, que esta noche Un año breve como una larga jo, el de la mujer amada. Para que narrar las dolorosas imacabo de repasar, Lamentaciones de noche. Por qué no morir cuando él nacía? presiones de esos últimos anos de mi una joven. y La golondrina y el pri Llego a la parte culminante de mi Sobre el tapete verde de mi escritorio vida? Harán por enero veinte años y sioneros; y sólo reparé en la belleza de vida. Cómo relatarla para que pueda rompí a sollozar tan fuerte, que la pan todavía me trastorna recordarlos.
la principala que descendió hasta mi creerla yo mismo. Es tan inexplica talla de la lámpara vibraba y alguien ¡Dios mío ¡Se iba cuanto yo había para felicitarme.
ble, tan absurdo, tan inesperado! que vino a consultarme algo se retiró amado. Un extraño se lo llevaba leDe allí dato la costumbre de reunir Cierta ocasión en que estábamos solen puntillas.
jos para gozar de ello en paz. Me desnos, apenas se cerraba el almacén, en los, suspendido en mi música por un sólo un mes después fui llevado a pojaba de todo lo mío!
la salita del piso bajo, la misma donde ademán suyo, me dedicaba a adorarla, presencia del heredero. Le tenia en Ante esa idea tuve en los labios la ahora se ve luz, pero que está ocupada creyéndola abstraída, cuando de pron sus rodillas su madre, convaleciente, y confesión del adulterio. Oh. Destruir por otra gente.
to la ví dar un salto y apagar la luz. le mecla amorosamente.
Pasábamos algunas horas embebidos siquiera aquélla feliz ignorancia en Instintivamente me puse en pie, pero Me incliné, conmovido por la angus que viviría y moriría el ladróni ¡Dios en nuestro corto repertorio, que ella en la obscuridad sentí dos brazos que tia, y, teinblando, con la punta de los me perdone!
no me había permitido variar en lo se enlazaban a mi cuello y el aliento dedos alcé la gasa que le cubría y pude Se fueron. La última noche, por un más mínimo, y que llegó a conocer tan entrecortado de una boca que buscaba verle; hubiese querido gritar: hijo. capricho final, aquella que mató mi vibien, que cualquiera nota falsa la im la mia.
pero, al levantar los ojos, encontré la da, pero que también le dió por un pacientaba. mirada de Clara, tranquila, casi irónica. momento una intensidad que yo no Otras veces me seguia tarareando. Cuidado. me advertía. tenia derecho, aquella mujer me hizo y, por lo bajo que lo hiciera, se adivi. Sali tambaleándome. Ya en mi en voz alta: tocarle las tres piezas favoritas, y, al naba en su garganta una voz cuya ex cuarto, abrí la ventana y en ella pasé No le vaya usted a despertar. concluir, me premio permitiéndome tensión ignoraría ella misma. Por la noche. Todo el aire me era insufi Su marido, que me acompañaba, la que besara a mi hijo.
qué, a pesar de mis instancias, no con ciente. El corazón quería salirse del beso tras de la oreja delicadamente. Si la sugestión existe, en su alma sintió en cantar?
pecho, lo sentía en la garganta, aho. Mucho has debido sufrir, mi po debe de haber conservado la huella de ¡Ah! Yo no ejercía sobre ella la gándome, iqué noche!
bre enferma!
aquel beso.
menor influencia; por el contrario, a Esperé la siguiente con miedo. Creſa. No lo sabes bien. repuso ella. Se fueron! Ya en la estacioncita, tal punto me imponía, que, aunque me juguete de un sueño. El amo me imas que importa si te hice feliz! donde acudí a despedirlos, él me enmuchas veces quise que charlásemos, reprendió un descuido, y, aunque lo ya, sin descanso, estuve sometido tregó un pequeño paquete, diciendo nunca me atreví. No me admitía en hizo delante del personal, no senti ira a la horrible expiación de que aquel que la noche anterior se le había olvisu sociedad para oirme. Era preciso ni vergüenza.
hombre llamase «su hijo al mío, a mio dado. Un recuerdo me repitió para tocar!
En la noche, él asistió a nuestra ve hijo.
que piense en nosotros En los primeros tlempos, el marido lada. Ella parecía profundamente Imbécil! Tentado estuve mil veces. Dónde les escribo? grité, cuando asistió a los conciertos y, al arrullo de abatida.
de gritarle la verdad, de hacerle reco ya el tren se ponía en movimiento, y la música, se adormecía; pero acabó pasó otro día sin que pudiéramos nocer mi superioridad sobre él, tan or él, desde la plataforma del coche: por dispensarse de ceremonias y siem hallarnos solos; al tercero ocurrió; me gulloso y confiado; pero iy las conse. No sé! Mandaremos la dirección!
pre que estaba fatigado nos dejaba y precipité a sus plantas para cubrir sus cuencias, sobre todo para el inocente? Parecía una consigna de reserva.
se iba a su lecho.
manos de besos y lágrimas de gratitud, Callé y en silencio me dediqué a En la ventanilla vi a mi hijo, con la Algunas veces concurría uno que pero altiva y desdeñosa, me rechazo amar con todas las fuerzas de mi alma, nariz aplastada contra el cristal. Deotro vecino, pero la cosa no debía pa y, con su tono más frío, me rogó que a aquella criatura, mi carne y mi san trás, su madre, de pie, grave, la vista recerles divertida y con más frecuen tocase.
gre, que aprenderla a llamar padre a perdida en el vacío.
cia quedábamos solos. No, yo debí haber sonado mi dicha! un extrano.
Me volví al almacén que continuaba Así fue como una noche que me a Creeréis que nunca, nunca más volvi Entre tanto la conducta de Clara se bajo la razón social sin ningún cambio preparaba a pasar de un motivo a otro, a rozar con mis labios ni el extremo de hacía cada vez más obscura. Las es aparente, y oculté el paquete, pero no Clara (se llamaba Clara) me detuvo sus dedos? La vez que, loco de pa cenas musicales, para qué decirlo, no lo abrí hasta la noche, en mi cuarto con una pregunta a quemarropa: sión, quise hacer valer mis derechos volvieron a verificarse, y, con cualquier solitario. Borja, ha notado usted su tristeza? de amante, me ordenó saler en voz tan pretexto, ni siquiera me recibió en su Era una fotografia. De quién? del patrón? pregun alta, que tem que hubiese despertado casa las veces que fui.
té, bajando también la voz. Parece al amo, que dormía en el piso superior. Parecía obedecer a una resolución VII preocupado, pero. Qué martirio! Caminaron los me. inquebrantable y hube de contentarme No es cierto? dijo, clavándome ses, y la melancolía de Clara parecía con ver a mi hijo cuando la niñera lo La misma que hoy me acompaña; un sus ojos afiebrados.
disiparse, pero no su enojo. En qué paseaba en la plaza.
retrato de Clara con su hijo en el reY como si hablara consigo: podia haberla ofendido yo?
Entonces los dos, el marido y yo, le gazo, apretado contra su seno, como Le roe el corazón y no puede quipara ocultarlo o defenderlo.
társelo. Ah, Dios mío. tan bien lo ha secuestrado a mi Me quedé perplejo y debí haber perOBREROS ternura, que, en veinte anos, ni una manecido mucho tiempo perplejo, hassola vez he sabido de él y probableta que su acento imperativo me sacudió: LA FABRICA DE CAMISAS mente no volveré a verlo en este mun. Qué hace usted así? iToque, pues!
do de Dios!
Si vive, debe ser un hombre ya. Es IV con sus productos ha feliz? Tal vez a mi lado su porvenir sustituido a los extranhabría sido estrecho. Se llama Pedro.
Desde entonces pareció más preocu jeros.
Pedro y el apellido del otro.
pada y como disgustada de mi. Se La camisa de esta marCada noche tomo el retrato, lo beso, instalaba muy lejos, en la sombra, tal ca es la mejor que se MANAGUA, NIC.
y, en el reverso, leo la dedicatoria que como si yo le causara un profundo des expende en el país.
escribieron por el nino: agrado; me hacía callar para seguir Usen sólo los productos Pedro, a su amigo Borja.
mejor sus pensamientos, y, al volver a de esta fábrica para que satisfagan su gusto y tengan trabajo nuestras Su amigo Borja. Pedro se irá la realidad, como hallase la muda su muchachas.
de la vida sin saber que haya existido misión de mis ojos a la espera de un tal amigo! con a que a 2, Odead