VERBO ROJO os ALBUM LITERARIO Igos felos ODA SEGUNDA DE SAFO que en tus quimeras vió tu fantasía, cónio prever que el Genio de las Penas te reservara oprobio y cautiverio para trocar tus lauros en cadenas!
Gaspar Octavio Hernández. Del griego III Contemplaba el paisaje, conmovido de Schubert al oír la serenata; suspiraste al callar. y aquel suspiro, como una flecha de dorado giro, se fue a clavar en lo interior del alma, Isaías Jurado Quintero.
No un mortal, sér divipo ese hombre me parece que a tu lado tu acento goza suave y peregriuo, y tu amable sonrisa; jafortunado!
LAS CAMPANILLAS Pero en mi triste pecho sufre oprimido el corazón al verte; a mi voz la garganta es cauce estrecho; rota nii lengua, permanece inerte; El Buey Discurre sutil fuego bajo la piel; se abrasan mis sentidos; la vista nada mira; sin sosiego zumban y me atormentar los oídos. Oh buey, te admiro! Un dulce sentimiento de salud y de paz en mí derramas, ya te inire del alba entre las gramas, solemne cual un vivo monumento; Me baña un sudor frío, un temblor de mis miembros se apodera, amarillo se torna el rostro mío, y jay! desfallezco en la batalla fiera.
José de la Cruz Herrera.
o cuando doblegándote contento, secundas grave, bajo el sol de llamas, los esfuerzos del hombre, y los proclamas en tu mirar cansado y soñoliento, De tu negra nariz humedecida exhálase la esencia de tu vida con tu mugir alegre y sonoroso; pelechas Doradas y de tus ojos la dulzura austera refleja, glauca, la feraz pradera sumida de la tarde en el reposo!
Cuando eu las tardes de sol radiante miro en silencio las campanillas, cómo recuerdo que son las reinas de las murallas y de las ruinas.
Entre las grietas de los escombros se adhiere el tronco que las anima, y allí florecen meditabundas tan solitarias, tan amarillas.
Es que los muros que se desploman tienen historias que las contristan, como de cosas que se recuerdan, como de cosas que nos lastiman, Un sentimiento dulce, piadoso, parece a veces que las cautiva, las emociona lo que envejece, las enamora lo que agoniza, Acaso sienten de la intemperie la desolada tristeza íntima de viejas glorias, pasadas ponipas que el tiempo esparce como cenizas.
Nunca en los tiestos de las ventanas divinos labios las acariciar, y en los cabellos de las herniosas jamás se ostentan las campanillas.
Nunca sonriente entre los búcaros ni en los festines gallardas brillan, son tan humildes que da tristeza verlas tau solas, tau amarillas.
Como canciones nocturnas oyen de aves siniestras la voz fatídica, y de la torba de los murciélagos su extraño ruido las regocija.
En el silencio de las tinieblas talvez escuchen entre las ruinas, la amarga nenia de los recuerdos que en viejos muros canta la brisa.
Quieran los hados que de un esconibro vuele a mi tumba polvo de vida, y allí que nazcan, y allí florezcan meditabundas las campanillas. Radiante el sol, los últimos destellos reflejaba en el cesped de esmeraldas, proyectando su lumbre en lluvia de oro desde el vago confín de la sabana.
Darío Herrera.
Volviste entonce los rasgados ojos y al clavar. en ocaso la mirada, hubo un ciioque de luz, que se deshizo en mil flechas doradas.
Colón en la cárcel Ignoro qué me incita, presidiario, a pensar que los hierros que te oprimen tienen humana voz. iQuién sabe gimen viéndote mudo, enfermo y solitario!
II Los pájaros, ya próxima la noche, decíanse sus amores en la rama, en lenguaje que tiene para el poeta dulzuras encantadas.
Ignoro qué me hiere, joh!
visionario, al ver que triunfa y se envauece el Crímen cuando a todos los genios que redimen inartiriza la Infamia en el Calvario!
Cantaste tú y un melodioso ritmo cruzó el espacio con su nota alada y enmudecieron las cantoras aves, cual si una flecha hiriera sus gargantās.
Sabiendo que Dios mismo te impelía con su invisible diestra hacia el Imperio Cristóbal Martínez. BIBLIOTECA NACIONAL ERNESTO CASTILLERO