VERBO ROJO ossessoos ALBUM LITERARIO tibia, cromo y vacila: In caso Pierrot a nada mira; el cuadro de su madre que ya la Penus de 12ilo Bravo Pierrot! gritaba complacido expira, se le pone delante, Oh, diosa de los áticos perfiles!
el populacho, que de gusto escaso, arrojaba sombreros al payaso, y angustiado, anhelante, Oh, diosa de las curvas sosegadas!
a la calle se lanza con presteza, quiero bajo las jónicas arcadas al Gran Pierrot; de todo aplaudido. aquel clown al sentir las con su vestido lleno de colores, cantarte el canto de los veinte ovaciones abriles.
atestados de pitos y tambores y su gorro encarnado en la cabeza!
y los aplausos de la turba loca, Dame la frialdad de los buriles haciendo extrañas muecas con la boca Con ruido extraño por la calle que idearon tus forinas delicadas, Oscura se agitaba en grotescas contursiones para, huyendo del mundo las resuenan las pisadas miradas, de aquel hombre que, preso de del Himeto vagar por los pensiles.
Fiogiendo gran torpeza daba locura, un salto no advierte que le siguen las Yo te amo más que a la de carne para alcanzar las cuerdas de!
miradas.
trapecio, Pasan los trasnochados caminantes deidad y frustrado el asalto, que se resiste en su lascivia al mirarlo tan alto, y detienen sus pasos vacilantes a nuestro amor, trocándolo en martirio, insultaba al columpio con desprecio.
al ver esa figura estrafalaria, ese raro fantoche, que cruza por la calle solitaria Pues, si no puedes darme tus Del insondable y misterioso en esas altas horas de noche.
abrazos, abismo tampoco tienes importunos brazos de aquel vestido anchote y poli Pierrot llega, y, al ver, tiembla que me impidan te abrace hasta sacaba, no sé cómo, allí tendida sobre el viejo lecho, el delirio.
toda suerte de pitos y tambores, a la luz de una lámpara que oscila, León Soto que, asombrando a mil especta con las manos cruzadas sobre el dores, pecho.
comenzaba a tocar a un tiempo su madre está tranquila.
mismo. esa tranquilidad que en ella advierte, Zercedes el populacho alegre se reía; es la dulce ataraxia de la muerte!
jamás se divirtió como aquél día Madre! exclama, y la pobre Tienes las curvaturas de las con las gracias y muecas del viejecita estatuas payaso; desmesuradamente abre los ojos, que en otros tiempos labraron y a la verdad que el caso los clava en ese rostro enharinado, cinceles griegos; era para olvidar cualquiera pena, lleno de manchas y de tintes rojos, y se mece tu taye recto y flexible, porque nunca Pierrot tuyo más y luego los entorua ipobrecita!
con los rítmicos tumbos del vena.
sin haber conocido a su hijo amado.
cocotero, Por eso cuando el puesto Siente Pierrot que tiemblau cedió a los perros sabios y elefantes, sus rodillas; Tienes el suave tinte de las cuando el último gesto rompe a llorar entonces sin visiones hizo a los admirados circunstantes consuelo, que románticos bardos miran en y se fué, dando saltos, de repente, y aquel amargo llanto cae al suelo sueños; hubo un loco entusiasmo, hubo arrastrando el carmín de sus y coronau tu frente de altiva reina, un deroche, mejillas.
abundantes guedejas de oscuro de aplausos. ciertamente pelo.
era Pierrot el héroe de esa noche.
Sí, su madre se muere! Con delirio Cuando rizas, oh niña, los labios va a abrazar ese cuerpo que ya rojos, tiene No bien Pulichinela llega adentro el marfil de tus dientes lanza sale un chico al encuentro la palidez exánime de un cirio, destellos; y al echarle los brazos, interrumpen y le dice con voz conmovedora y derrochas ternuras en tus el silencio solemne de esas horas miradas en que una viva agitación se vierte. crueles, cuando tuerces graciosa los ojos las so ras señor, corra a su casa sin demora, negros.
voces de los alegres cascabeles!
porque su anciana madre está a la muerte.
Demetrio Fábrega Octavio Valdés y Arce BIBLIOTECA NACIONAL ERNESTOL: CASTILLERO