VERBO ROJO ALBUM LITERARIO Amarga pena?
Ofrenda En el Sagrado monte Es flaca sobremanera, toda humana previsión, pues en más de una oeasión sale lo que no se espera.
Marroquin. Para Tengo un hondo y amargo sufrimiento, amarga pena que a mi ser abruma: de todos los rigores es la suma y multiplicación de un gran tormento.
Semejaba la bóveda un sudario que envolviera en su sombra a la natura, convertida esa tarde de pavura en vasto y melancólico santuario, Todo ríe, todo canta y enamora, todo tiene expresión y colorido cuando el alma se siente que ha vivido al fulgor impecable de su aurora.
Vivir la juventud para querer con ansias y embriagueces y de lirios, y florecer como los castos lirios en ese sempiterno amanecer.
No me aflige ver negro el firmamento, ni ver airado el mar y sin espuma; ni que se rompa mi acerada pluma, ni que le falte a mi garganta acento.
El alma de la Virgen relicario de sublime candor y de ternuraexhalaba suspiros de amor y de amargura por el divino mártir del Calvario.
Mi aurora has sido tú. El alma siente que vibra en ella amor triunfante y riente Ni sufro aún por la mujer ingrata por quien mi ardiente corazón palpita.
Algo grave, más grave, me maltrata, aquel vulgo despótico. indo lente, después que hubo inmolado un inocente, con aquella crueldad en que fue listo por tí que me arrebatas y me encantas.
Por eso aunque en mi aurora soplan cierzos, florecen para tí todos mis versos que deshojo cual lirios a tus plantas.
burlábase del duelo de María, y mientras la natura enlutecía se jugaba la túnica de Cristo.
Quién me obliga a sufrir? Una maldita, una maldita y destructora rata que ha destrozado mi única levita.
FEDERICO ESCOBAR.
JUAN RAMIREZ LUIS T, ZERR.
Antón, Abril, 1915.
El duelo de unos ojos El hogar a Página de álbum Iga pena de muerte Implacable enemiga de la vida amiga la más cruenta de la muerte; pena irreparable que convierte venganza en justicia fementida.
Oh dulce hogar! Oh templo consagrado por el amor, la paz y la armonía al sér humano que en el bien confía y cumple sus deberes abnegado.
Desafiaron los ojos de una cara a otros ojos más negros todavía y notóse eu el duelo ¡cosa rara!
que ninguno en derrota se veía.
Al crímen busca que en el mar se anida y cree matarlo en el que sangre vierte, ella es el crimen cuando torna inerte la vida que no da. Ley homicida: justicia que externiina, la condena de la viudez y la orfandad, el grito que en la inuerta conciencia no resuena; Del viajador sediento y fatigado tienes el néctar que libar ansía; y clara luz que nos conforta y guía de la existencia en el vaivén porfiado, El juez de la contienda que temía que el duelo original se prolongara a los hombres pidió por la karmonía de los ojazos de Lucrecia y Sara.
Cuando al arrullo del caliente nido al sér envuelve celestial fragancia el corazón se ensancha enternecido; Más la contienda sin cesar seguía. y muerto el juez con la mirada clara que en los ojos de Sara refulgía ni el poder de galas revestido, ni los goces del mundo y su abundancia son preferibles al hogar querido.
y se alza, del Calvario al infinito, la Imagen Redentora, cuya escena llora la humanidad en su delito.
Lucrecia, temerosa que triunfara, al juez resucitó. pues no sabía que era el humano que a las dos amara!
AC Francisco María Calancha.
AIZPURU AIZPURU.
Santiago McKay. BIBLIOTECA NACIONAL ERNESTOT. CASTILLERO