ALBUM LITERARIO Bajo los Olmos Orientálb Socrates López Por Napoleón Arce Por la senda solitaria que de niños trapsitamos, por la senda solitaria y sombría, donde los rayos de la luna hoy no penetran o penetran muy velados por el toldo de verdura que los olmos han formado, evocando los recuerdos de los tiempos ya lejanos, he cruzado nuevamente Sobre el dorso plomizo del enorme camello que con pasos gigantes el desierto devora sacudiendo, entre veces, la nostálgia del cuello, va montada la hermosa egipciáca Eleodora, su frente la Esfinge que parece que ora se levanta altanera; y del sol un destello se detiene en la mole donde dicen que mora el espíritu inquieto de lo ideal y lo bello.
Ella entonces comprime dentro el pecho un suspiro evocándoo recuerdos de los seres queridos que tal vez se dormitan junto al viejo papiro; y arriando la bestia que entre mas más ligera, la encainina obediente por les vastos egidos que custodia con celo la gallarda paimera.
pero solo.
MIGUEL AVILÉS Invierno, 1915.
El desengaño que interpuso entre nosotros un abismo, no ha logrado alejar de mí el recuerdo de tus besos en mis labios y de las horas felices que los dos juntos pasamos a la sombra de los oimos hoy tan crecidos.
El Idilio de la montaña Aurora Por Demetrio Fábrega (De Memphis)
No has visto descender desde la altura de la montaña, entre tupidas lianas, dos fuentes de agua pura que al llegar a la paz de la llanura se buscan y se abrazan como hermanas. Los años todo lo cambian. no hay uno de los detalles de antaño: las flores, secas, no aroman; las aves han emigrado y la fuente rumurante en donde antes nos bañamos muertas ya sus claras linfas tampoco existe sus almas los entonan en otros predios donde ora corre; y en tanto el puentecito de piedra, aquél puentecito grato que supo de nuestros besos y en donde amor nos juramos, en el fondo del abismo hoy se encuentra amontonado.
Separadas nacieron, separadas bajaron por los recios peñascales como si en vez de alegres camaradas se dijese que fueran dos rivales.
En un vértigo loco, yo sentía ser águila triunfal, musculatura que hiende el aire en la inmortal locura de ir a buscar muy lejos la armonía mi pnpila enorme se entreabría a la diáfana luz que se depura en la urna matinal, y que fulgura más clara y límpida al clarear del día: cuando el alba bella y luminosa como risueña reina en su carroza apareció desnuda y tentadora.
El sol vació en el mar su urna radiante, y en mi abierta pupila de diamante se reflejó el incendio de la aurora.
DEMETRIO COORSI.
Panamá 1917.
En lugar de aquella chosa donde tanto nos amamos un monasterio sombrío hoy se eleva solitario lleno de misterios lúgubres y de fantasias extraños que en las noches invernales errantes van por los campos fingiendo las negras sombras de los infernales antros.
Pero la suerte quiso que las dos se acercaran de improviso al bajar por las ásperas pendientes, y al hallarse tan cerca sus corrientes descorrieron el velo de sus brumas, y al verse, sonrieron y algo muy secreto se dijeron en la armoniosa voz de sus espumas.
Así empieza la lucha desde lo alto de la montaña que el idilio ampara: si las acerca un salto otro salto mas luego la separa; así fueron bajando de la altura buscándose y huyendo, suspirando unas veces y otras riendo hasta encontrar la paz de la llanura ¡Senda triste y solitaria, olmos para mí adorados, piedras del autiguo puente donde ser fiel nos juramos guardad por siembre en secreto las escenas del pasado!
ADORACIONĀ El hijo de María la nazarena, de la humana flaqueza el Redentor, sintió su pecho palpitar de amor los ojos al mirar de Magdalena.
Pero era Dios, en espíritu fecundo sublimaba el afecto del mortal, y venciendo el anhelo terrenal cumple con su risión y salva mundo. más hermosa tú que Magdalena a tus plantas entregone de hinojos pues que soy para vencer tus ojos el hijo de Maria la nazarena. al llegar a la vega que sonriente como un lecho magnífico se abría se enlazaron las dos eternamente bajo la hermosa claridad del día: así son uuestras almas: lentamente la tuya irá acercándose a la mía. BIBLIOTECA NACIONAL ERNESTOJ: CASTILLERO