VERBO ROJO Sección Política que pule incesantemente las alfom.
bras de los poderosos vacilando bajo el peso de un cuerpo envilecido por la miseria y empequeñecido por esa misma sencillez convertida en estulticia.
Laboremos Una ojeada a nuestros pueblos interioranos dará una idea de la situación ctual del campesino, tomemos uno al azar; donde diez años antes era desconocida la pobreza absoluta u almud de arrozal, un rastrojo con verduras y menestras en el moute vecino, un par de vacas, algunos cerdos un caballo de silla no faltaba a los habitantes del raucho mas ımilde, donde el mobiliario era trozos de inadera bruta y la indumentaria se limitaba a pollera corta eu las mujeres y calzón con cubana en los hombres.
Los pueblos como los individuos tiepen períodos en los cuales el malestar profundo que los abruma y empobrece, ponen a prueba su carácter y retemplan su espíritu, llenándolode savia y de vigor, y con la experiencia adquirida se prepara el ánimo para lidiar nuevas batallas y soportar con serenidad los embates de la suerte aciaga.
blo panameño ha podido si sus go berpantes se hubieran preocupado por su porvenir marchar a la vanguardia como uno de los países más prósperos y ricos. Ojalá que el actual gobernante se tomara el empeño de dar a esta industria la agricultura toda la influencia de que es capaz y veríamos que se realizarían nuestros sueños dorados, sueños de patriotas sensatos que desean con fervor ver a la tierra donde se meció su cuna, encumbrada allá en las alturas inconmensurables donde más brillan los aureos resplandores de la civilización.
El Istmo ha pasado y atraviesa en la actualidad por caminos sinuo, sos de los cuales se necesita la ina po de experto piloto para que llegue a la meta de su anhelo. Hace catorce años que Panamá dejó de ser tierra Colombiana y en el deseo fecundo y noble de verlo brillar en el rol de pueblo libre e indepen; diente, sus ilustres libertadores no omitieron esfuerzos ni sacrificios.
Cuando el gobierno fomente todas las empresas, y el pueblo se con traiga a trabajar apartándose de la maldita política entonces habrá realmente prosperidad y el Istmo marchará sin tropiezo con vientos propicios por un sereno mar de bienandanzas.
Liberales. hemos correspondido a los designios generosos de aquellos hombres de patriotismo tanto y tanta abnegación?
Recordamos, que en nuestra uifiez existían en esta ciudad varias casas, especies de agencias, donde se vendía el arroz y el maíz del Arraiján, las verduras de Capira y del Archipiélago y otros muchos productos abundantes en el país, fruto de esos modestos agricultores que una vez satisfechas las necesidades de su pueblo, ofrecían a la capital sus excedencias que casi bastaban para el consumo de la ciudad.
Pues bien, si esto sucedía en épocas de atraso. cuando con ine.
nos exigencias el labriego tenía menos necesidades y por lo tanto hubiera sido más explicable la falta de laboriosidad ¿por qué no sucede hoy, que el país ha progresado lle.
vando la liiz hasta los inás recón ditos rincones de la República. a caso ha desgenerado la especie, ac: so la madre tierra niega hoy lo que próliga bridaba en época no renota? No: no es esto; es que doude el campesino podía ejercer sus actividades regando con el copioso sudor de su frentes humildes, la tierra que daba en cambio de su rudísima labor los granos o tuberculos que hoy con terror piden los periódicos burgueses, se alzan amenazantes las cercas de alambre que al amparo de las leyes sobre tierras impiden egoistamente al cultivo del suelo y determinan el éxodo degradante de que antes nos ocupamos, provocando la catástrofe que hoy nos amenaza y que ha puesto carne de gallina a los periodistas y los potentados que no han conocido antes el hambre.
Cuanto mejor 10 hubiera sido estimular y educar esos pequeños agricultores, haciéndoles modificar sus métodos de labranza conlos pro gresos modernos, ayudándoles con El esfuerzo perseverante y te naz; el propósito continuo de labrar la dicha del querido terruño son a nuestro juicio, plausibles en extremo, por que en ellos van en vueltas las ideas bellas y civilizadoras que empujan a los pueblos, con vientos favorables por los sen.
deros de la gloria. En el conflicto de las naciones, el pueblo que se auda rehacio para surgir, demuestra indolencia tanto más condenable, cuanto que ese pueblo tiene en su seno fuentes de positivo bien que, con esfuerzo redoblado, con lucha tenaz, le pueden dar prosperidad halagadora.
Por fortuna, nuestros dirigentes observan cierta animación con respecto a la agricultura que, algún éxito está obteniendo en varias provincias interioranas. Pero eso no consuela del todo, pues el pueHay suprema necesidad de relegar al olvido todas las diferencias y asperezas de la última campaña política; es necesario que la confianza renazca y, que el comercio y la industria, veneros de riqueza, tomen el ensanchamiento necesario en nuestra rica zona de tierra; y, en fin, es de imprescindible necesidad que todos los liberales oos empeñemos por la unificación de nuestro partido Para alcanzar un fin tan laudable como patriótico, no bastan la buena voluntad, los esfuerzos los sacrificios de los unos, si los otros se oponen decididamente, con una indiferencia tácita y quietud convenida, a que se realize nuestro ideal. Son, pues, necesarias las fuerzar colectivas de todos nuestros copartidarios, a quienes excitamos teniendo en cuenta el bien y los intereses del partido, a que plan con el deber de buenos soldados de una causa tan noble y tan honrosa como es la causa liberal.
cumlos caudales públicos en vez de gas tar éstos en fatuidades y reservarlas tierra, sin apresurarse a adjudicarlas difinitivamente a los más hábiles para establecer cuanto antes la propiedad agraria dando vida a la riqueza positiva.
He ahí las cousecuencias: la riqueza se ha establecido, serán po cos los ricos, pero los hay; las leyes sobre tierras los han improvisado, las consecuencias no inportan.
Si cumplen su deber contribuyendo a ese objetivo habrán realizado unos de los más sagrados deberes. Grande es la responsabilidad que hoy pesa sobre el partido liberal. Los pueblos de la República buscando su salvación, piden a grito la concordia por que veu en ese partido el verbo de la Deniocracia, la encarnación de la libertad y el centinela vigilante de la Fraternidad. Por esta razón nuestra (Continúa en la 7a página. BIBLIOTECA NACIONAL ERNESTO CASTILLERO