las del otro y que, por lo tanto, el uno puede ser reemplazado con el otro. De tal confusión provienen errores muy lamentables a veces.
Sin alarmarse, permítame el lector decirle que a mí me parecen muy distintas y hasta opuestas en cierto modo las funciones del médico y las del higienista.
Al higienista, lo que le interesa es la salud de la COMUNIDAD. Ante él, todo enfermo, sea cual fuere la dolencia que le aflija, representa un mal cuya desaparición es urgente, ya para evitar el contagio de los otros miembros de la comunidad, ya para evitar la mala herencia, ya para librarse de ambas cosas a la vez. Todos los esfuerzos que se hagan y todo el dinero que se invierta por manutención de enfermos, son, a juicio del higienista, esfuerzos y dinero mal gastados: consumo de ener.
gía de los sanos, sin apreciable ventaja cuando no con evidente desven.
taja para el presente o el porvenir de la comunidad. Ante el higienista, el hospital cualquiera que sea su ta.
maño o su nombre es una pesadilla.
Lo que él desea es mayor comodidad 377 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.