El exterior de una residencia no hace el hogar; ni lo forman tampoco la mueblería, los vestidos o la mesa. El hogar es mezcla compleja de todo aquello que ha tenido alguna significación en nuestra vida: el amor y la obediencia a los padres en la niñez, el cariño a los hermanos, la intimidad con los compañeros de nuestros juegos y las emociones inconscientes que nos produce el mundo exterior; en la madurez, el hogar está encarnado en la mujer y los hijos, en los amigos que frecuentan nuestra mesa y que componen la tertulia alrededor del fuego, en los sueños, las faenas, las penas, alegrías y aspiraciones que for.
man el lote de los hombres. La made.
ra de los muros y el estuco de los techos son únicamente la concha que nos abriga mientras absorbe nuestro espíritu aquellas impresiones que la memoria conserva aún después que han pasado. Son asociaciones casi inadvertidas al principio que nos ligan luégo para siempre convirtiéndose en parte indivisible de nosotros mismos.
No menos noble y tan instintivo 349 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.