apariencia. Nada de lo que realmente lo constituía, esto es, ninguna de tus ideas, ninguna de tus acciones dejan de existir. Impresas quedan todas ellas en el mundo y gozan de la inmortalidad. los que como túi han pasado por la vida comunicando con los otros no sólo sus pensamientos sino sus más íntimas emociones pueden gozar aún con más seguridad de este hermoso porvenir. Si has logrado que tus libros dejasen una pequeña huella en el alma de tus lectores, esta huella por leve que sea no se borrará jamás, formará parte de su misma alma y con esta alma entrará en el concierto universal de los espíritus. Oh, gran filósofo! me apresuro a responder. la inmortalidad colectiva que me ofreces es un pan demasiado duro para mis dientes. Ese gran yo de que me hablas no es el mío y debo confesarte que no puedo amarlo por: que sólo me interesa este otro diminuto, este pequeño punto central donde se refleja, sin embargo, el universo.
279 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.