mismo gobierno federal a poblaciones de razas diferentes. Desde el punto de vista internacionalista parece un ejem.
plo que citar, pero el sentimiento de hermandad no existe, y vemos, por el contrario, un «chauvinisme» estrecho, propio de aldea, hecho de celosía y de odio bajo. Así se tratan de cantón a cantón y a veces de ciudad a ciudad.
Es tan artificial esa patria suiza, que úno se puede preguntar lo que hay de suizo en Ginebra; la mentalidad general es anti valdense, anti vernesa y anti alemana; las simpatías internacionales son más bien para Francia, porque los diarios son subvencionados por la gran República. Según parece, igual cosa pasa en las partes vecinas de Alemania, donde los alemanes son numerosos. se ha extremado hasta tal punto, que vemos los diarios suizos y a sus lectores más hostiles entre ellos que los mismos alemanes y franceses, italianos y austriacos. Qué bonito. Estar embargados por odios ajenos. Nos parece, pues, que los odios entre pueblos no se apaciguan por el he.
cho de estar juntos por leyes, con intereses opuestos. ALVAR.
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