Pero, entonces ¿por qué nos instrui.
mos, si tan poco se retiene? El objeto es completamente distinto.
Debemos esforzarnos en desarrollar la inteligencia, es decir, la facultad de comprender y asimilarse los bechos: reconocerlos, y en caso necesario com.
probarlos, hacer la crítica de las ideas y apreciar su relatividad y la parte hipotética, reconocer los prejuicios y distinguirlos de los conocimientos ciertos, no ser víctima ni de la fuerza de autoridad ni de la ley del esfuerzo menor que ambas a dos tienden a imponernos nociones sospechosas, razonar con exactitud en nuestra profesión como en los negocios de la vida priva.
da, reaccionar en conformidad con las excitaciones exteriores, tener iniciativa, combinar los actos con la mira de resultados descontados.
Para alcanzar esta superioridad, pre.
cisan ejercicios de gimnasia intelectual, pero no todos son igualmente buenos.
Es todavía necesario no perder jamás de vista que los mejores no son siempre más que medios y hay que guardarse de tomarlos como fines, lo que condu.
ciría a soltar la presa por su sombra.
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